Isidoro Sánchez García
Razones sanitarias me llevaron en la mañana del miércoles 13
de julio al CAE de La Orotava, situado en la empinada calle Colegio. Como había
poca gente en la analítica terminé enseguida y me fui a la Duquesita a
desayunarme. Eran las ocho de la mañana y hacía un día deslumbrante después de
unas semanas plomizas. Mirando hacia el norte me acordé de la calle donde
residían algunos amigos y donde abundaban edificios públicos. Me acordé de la
operación Otazzo que está realizando la flamante sociedad que lleva el nombre
del famoso pintor canario venezolano que nos dejó el pasado año, víctima de la
intolerancia. También evoqué la placa que el recordado amigo Paco González
Casanova promovió a favor de Leonor Pérez, la madre del cubano José Martí, años
después de 1986 cuando regresamos del hermanamiento con Sancti Spiritus. Y por
supuesto el recuerdo de la visita del naturalista prusiano Alejando de Humboldt
a los jardines de Franchy en 1799 para disfrutar del Drago cuando subía al Pico
del Teide.
Aproveché la luz desparramada por la Villa y me empeñé en
pasear por La Orotava y con el móvil como máquina me puse a fotografiar las
plazas y edificios públicos de la zona donde abundaban los alfombristas.
Fachadas de la iglesia parroquial y de la Casa Monteverde y Casa Lercaro en el
centro histórico de la Citta Slow que caracteriza La Orotava. En el recuerdo el
repartidor de las aguas que bajaban por los molinos de antaño y los canales
hasta los estanques de San Martin y Santo Domingo. La fachada barroca de la
iglesia de la Concepción no podía faltar como tampoco la de la Biblioteca
municipal de La Orotava (BMLO), fruto del mecenazgo de don Fernando del Hoyo y
de doña Laura Salazar con unos treinta mil libros aportados. Aún estaba cerrada
y no pude entrar para saludar a los amigos funcionarios. Llegué a las cuatro
esquinas y tomé una buena imagen del edificio municipal del ayuntamiento
villero. Lo mismo hice paseando por la carrera del escultor Estévez camino de
la plaza de la Constitución. Me dio tiempo para tomar fotos de la casa de la
familia del Hoyo; de la casa de los Miranda, donde nació el famosos escultor
Fernando Estévez en el siglo XVIII y actualmente oficina de turismo del
ayuntamiento orotavense, y del edificio Mercadona donde el amigo Rafael Machado
va a inaugurar un centro residencial para alumnos de la universidad europea de
la Villa, que se verá enriquecido con una escultura del ínclito ingeniero civil
don Agustín de Betancourt y Molina. Antes de pasar a la plaza pudimos captar
imágenes de la casa que fue de don Pedro Ponte, ofreciendo un balcón
espectacular construido con madera de tea de pino canario.
Ya del lado de la calle de San Agustín me acerqué hasta la
portada del Liceo de Taoro para esperar que la abrieran y tomara fofos del gran
edificio que hoy es el Liceo, antaño titularidad de la familia de don Enrique
Ascanio. Desde el costado de uno de los jardines, mirando al poniente, con el
Teide de fondo, pude captar el mausoleo del sepulcro vacío de la familia Ponte
sobre el que escribiera y presentara en la novela de viajes, ‘Un verano en
Tenerife’, la famosa poeta cubana Dulce María Loynaz en el verano de 1958, en
el escenario del viejo Liceo de Taoro de San Agustín. No faltaron en las
imágenes fotográficas dragos y palmeras canarias. Desde la terraza superior del
Liceo pudimos captar fotos de los interiores del inmueble y de manera especial
la escalinata que sube a la planta superior donde se halla la sala de
exposiciones que ese día ofrecía una colección de cuadros de la familia
Reverón. Ello nos permitió medir y fotografiar las salas pensando en otra
exposición que hemos solicitado y nos ha aprobado la Junta Directiva del Liceo
para marzo de 2023, con ocasión de las fiestas primaverales donde haremos
referencia a los días internacionales del agua y de los árboles, en la que
queremos que participe una pintora singular, María Amaral. Una mujer nacida del
exilio de sus padres, tinerfeños, que se vieron obligados a marcharse a la
Argentina y más tarde a Francia, por lo que nuestra amiga reside en París.
Terminado nuestro recorrido por el Liceo bajé hasta la plaza
y tomé fotos del kiosco, saludé a un amigo y me acerqué al puente de la carrera
del escultor Estévez, atravesando el paseo del Dr. Pedro Eustaquio Pérez García,
el primo Chicho para la familia. De un lado, al asomarnos hacia el norte
contemplamos en el casco de la Villa los tejados de la zona de Santo Domingo y
la casa singular de Rafael Machado mientras que cuando miramos al oeste y hacia
arriba, el Teide nos sorprendió de nuevo con una araucaria de referente, al
igual que la espadaña del convento de San Agustín en la esquina de la plaza.
Camino de la parada de taxis no pude dejar de fotografiar al comienzo de la
calle Calvario las casas familiares en las que viví antaño, cuando inicié mi
vida en la Villa de La Orotava. Me emocioné tanto con mi trabajo fotográfico
mañanero que perdí mi teléfono móvil en la bajada en taxi al Puerto de la Cruz.
Que conste que eran las nueve de la mañana y no había mucha gente en las calles
y en las plazas.
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