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viernes, 22 de julio de 2022

VIRGEN DEL CARMEN DE LOS REALEJOS 2022

Esteban Domínguez y José Peraza Hernández

Por fin, y, al parecer, después de estos dos años de pandemia, los que, no ha sido fácil de retener, ya que, aún queda algún retoño, de ese viro.

Hoy día, la cosa se va encontrando, algo mejor con altos y bajos. Hay que decir que, no ha sido fácil, lo que hemos vivido, algunos más y otros menos. Hace unos años qué, publicamos este articulo entre el amigo Esteban y el que suscribe, haciendo un pequeño recorrido, de la historia en esos años. Ahora que estamos en fiesta, en todo el corazón del pulmón del  valle, es bueno hacer está mención a lo dicho sobre la pandemia. Cómo recordar aquellos tiempos. 

Por su puesto, que es el momento de disfrutar, de estos momentos, eso sí, con prudencia y respeto, con el de evitar que nos vuelva a llegar el maldito Viru de la pandemia.

Comenzamos con una espinita, que esta trabada, en algún lado, cómo es:  

¿Bajará, algún día la Virgen del Carmen a la ciudad marinera y Turística del Puerto de la Cruz? ¿Y bajará algún día, la misma después de tantos años de espera, y bajará algún día?

Por muchas cosas, pero quedará para siempre muy grabado el recuerdo y el fervor que, por suerte, se viene manteniendo en la “Madonna del Realejo”, como decía José Javier Hernández. Ella describió muy acertadamente. Anécdotas en torno a la Virgen del Carmen que hay muchas.

Una que me llamó la atención era que las familias de aquellos que llamaron para acudir a la guerra depositaban debajo del manto de la sagrada imagen una fotografía para que la Señora los protegiera, entre otras muchas cosas, como versos o la popular “Salve marinera”. Notamos algunos vacíos en los últimos años.

Recuerdo que la reina de las Fiestas del Carmen se celebraba en el cine Realejos, atareadas las chicas con el traje típico; o el Cinturón de Ciclista del Carmen, que aún se mantiene.

La Octava del Carmen es uno de los actos más esperados, donde los marinos portuenses la merecen con amor y ternura por las viejas y recoletas calles de este popular barrio de San Agustín, tierra de frailes y monjas.

Hoy todo ha cambiado de un modo vertiginoso, pero en lo más hondo del corazón del realejero que sigue siendo ese ejemplo piadoso, que bien ha sabido venerarle generación en generación. ¿Y que podemos decir del Lunes del Carmen?

En el amplio libro de la vida, hay muchos recuerdos junto a la Reinade los Mares.

Las exposiciones que se realizaban en la Sociedad Cultural y de Recreo Casino Realejos, eran dignas de ver.

Muchos son los recuerdos. A ellas acudían hombres entendidos en la mar, como Juan Antonio Padrón Albornoz, y otros tantos que pisaron con firmeza, las viejas tablas de aquel minúsculo escenario.

Muchas fueron las manos de artista que decoraban con esmero aquella sala, y casi olvidados hoy, como José Hernández Toste, al que nunca se le tributó un merecido homenaje. Don José, decía que, para él, había dos fiestas muy importantes: las del Carmen y las del Rosario.

En estas últimas fundó el Festival de la Rosa, que se acabó a raíz del pavoroso incendio de la iglesia de la Concepción. Y antes de terminar, permítanme recodar a don Domingo Luis Estrada, quien dio la cara en Madrid, dada la amistad que le unía con el ministro de la Gobernación en aquellos tiempos, el recordado Blas Pérez, que ha demás, considerando la pérdida del con-vento de San Andrés y Santa Mónica, pudo lograr, a través del capítulo de “regiones devastadas”, mucho dinero para levantar este santuario que mira al mar, y donde reina nuestra venerada Virgen del Carmen, tan querida, ya no sólo por los realejeros, sino también por la comunidad del Valle de Taoro.

Vaya nuestro homenaje a quienes pusieron el hombro y el coraje, y para que nuestra alcaldesa honoraria y perpetua siga bendiciendo corazones, arrancando espinas, sanando llagas y siendo la prenda más amada del Valle de Taoro, por muchos años. Y para terminar me pregunto:

¿Por qué, la Virgen del Carmen realejera ha visitado dos veces San Juan de la Rambla? y no el Puerto de la Cruz?

Posiblemente, porque la primera vez que lo hizo era el párroco don Antonio Rodríguez Socas, en el año 1954, y 50 años después. Es decir, en el año 2004 volvió al ya aludido municipio, siendo el párroco don Juan Manuel Batista Núñez, ambos del ya citado municipio norteño.

Pero que, quede claro: desde hace siglos, los pescadores del Puerto de la Cruz, vienen reclamando a la Virgen del Carmen realejera en su ciudad. También tienen parte de culpa algunos religiosos y políticos del Valle de aquellos tiempos, ya que no se ponían de acuerdo, principalmente los correspondientes a la parroquia de la Peña de Francia, para evitar que se perdiera la fe en la suya.

Y así han pasados los años, sin que este sueño se haya hecho realidad. Decía don Guillermo Camacho que tanto Lujan Pérez como Fernando Estévez visitaban su capilla.

¿Qué tenía para ellos esta bellísima imagen? Sus facciones seguramente. El pasado mes de julio, y con motivo de las fiestas marineras del Carmen, en las que la tranquila villa realejera abre sus puertas de par en par, el canónigo don Leopoldo Morales de Armas nos ofreció un pregón que nunca olvidaré. Entre otras cosas decía así:

“Creó obra necesaria hacer un cielo en la Tierra, que son las Islas Canarias. Canta la copla popular, y en las Islas, con su carácter propio, con su característica hidalguía, con su febril actividad, surgió la isla de Tenerife como un palacio gigantesco. Y en ese palacio, un pueblo: Los Realejos. Villa plácida, donde se venera con total cariño y esmero a Nuestra Señora del Carmen, Alcaldesa Honoraria y Perpetua por aclamación popular.

“Julio nos llega cargado de emociones, de alegrías, de encuentros con la música, la pintura, el arte, la religiosidad, las procesiones, los fuegos de artificio, los conciertos, las funciones solemnes en honor de Ella.

“La Señora de las “grandes pestañas”, la que alaban los poetas, en sus versos o, olas; echamos de menos el banco redondo, la palmera, los frailes y las monjas”. Tierra bendita la realejera, donde se le da culto y veneración a la Reina de los Mares, lugar donde los marinos del Puerto de la Cruz la zarandean con amor y ternura el domingo de su Octava.

Ella se deja mecer en los hombros de los marinos como una ola, con el cariño de siempre, con el amor de tantos viejos pescadores y de familias que aún siguen esperando que la Reina y Soberana del Valle de Taoro baje hacia el Puerto. Promesa que aún no se ha cumplido, esperemos que algún día, de haga realidad, pasando por La Ranilla. Porque si tres fiestas hay en el Valle que causan admiración son: en La Orotava su Corpus y San Isidro; en el Puerto de la Cruz, el Gran Poder de Dios y su Virgen del Carmen, y en Los Realejos las Fiestas de Mayo y la Octava de la Virgen marinera, la Madre de Dios, decía Mario Hernández Siverio, en infinidad de veces. Él nos dejó ese recuerdo, y a él, le recordamos con el mayor cariño, porque no solo era un carmelitano de corazón, sino un mariano profundo. Hoy, cuando la villa noble de Los Realejos se prepara para celebrar sus fiestas no sólo recordamos a don Mario, sino también a don Elpidio Hernández Toste. Un contemplativo que cada lunes del Carmen, con la máxima atención esperaba la salida de la bella imagen realejera, salvada milagrosamente de dos incendios, el último en el año 1952, por tantos hombres que acudieron a su convento de San Andrés y Santa Mónica, y Ella es el mejor testigo de la fe y el respeto que todos sentimos por Ella.

Don Elpidio la contemplaba y decía;


“Qué hermosa eres, mujer. Bendita Tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre”. Pero ese hombre que, hoy día descansa en paz., Él tenía la costumbre, de decir que, sea por muchos años, tenía la costumbre de desearle a quienes le visitaban en su gestoría: “Vaya usted con Dios”. Y este gesto le honra y nunca olvidaremos. Un caballero de altura humana, de nobleza y de bondad. Uno de los que en su día dio la cara para que, una vez terminado su Santuario, se pudieran abrir las puertas, junto con el que fuera alcalde de aquella época, don Domingo Luis Estrada (cómo vemos en la foto), junto con otros que le acompañaron.

Julio nos llegó, recordamos la vieja palmera, el “banco redondo”, los ventorrillos, las turroneras, la batalla de flores... Son muchos los recuerdos que por estas fechas se hacen presente en nuestra mente, sin olvidarnos de las Fiestas de Arte que, se celebraban en la ya mencionada plaza de Las Flores. Hoy ya ese entrañable rincón no es el mismo.

El tiempo, el rumbo de la vida, y el giro desproporcionado de los políticos han dado lugar a que, este pequeño recinto perdiera su primitivo encanto. Pero la vida sigue, y echamos en falta FIESTAS. Y ahora más después de la mencionada pandemia. 

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