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viernes, 8 de julio de 2022

¡A LA CÁRCEL!

Evaristo Fuentes Melián

Los españolitos que ya tenemos calvas o canas sesentonas (o más) nos acordamos de  la inefable revista española humorística semanal La Codorniz, que en los años ya lejanos del franquismo era, según su propia definición, La revista más audaz para el lector más inteligente”.

La Codorniz tenía un espacio cada semana en que “condenaba” a quienes de entre la supuesta intelectualidad española que se dedicaba a escribir en la prensa diaria, había cometido alguna pifia de mayor o menor cuantía y, respectivamente, los declaraba presos en la cárcel de papel o reclamados a declarar en la comisaría de papel.

Pues bien. En esa mazmorra o comisaría utópica llegó a caer un conocido cronista deportivo  tinerfeño, que por aquellos años sesenta/setenta  confeccionaba la crónica futbolera del partido semanal correspondiente del CD Tenerife. 

A ese señor cronista, en un trance del juego en un partido determinado del Tete  por aquellos años, en el estadio Heliodoro R.L., le pareció bien recordar y copiar una histórica frase de la señora cónyuge de un célebre  rey moro, y terminaba haciendo un juego de palabras, en que expresó que el equipo local había hecho un mal encuentro, y comparaba, tirando de memoria (mala memoria) que el Tenerife no había sabido defender como hombre lo que había perdido comportándose como mujer. Cuando en realidad la frase histórica de marras no se refiere a matrimonio ancestral, sino a madre e hijo moros, cuando perdieron el Reino de Granada en la  Reconquista de España, iniciada por don Pelayo contra los musulmanes en la Edad Media. Es decir, que el cronista confundió a la esposa del rey moro con su marido y al hijo con la madre que lo parió. 

Doy un salto en el tiempo de aproximadamente medio milenio, y me sitúo ahora en el último volcán en erupción en La Palma, el Tajogaite.  Una cadena de televisión nacional actual, en un programa humorístico y al mismo tiempo crítico, pone como se merece, a un reconocido político canario (gomero por más señas), a quien se le ocurrió que la mejor manera de parar el discurrir de la lava por zonas habitadas, sería ¡bombardear y arrasar! una determinada montaña, para desviar el curso natural de la lava en su camino hacia el mar.

Sin más comentarios.

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