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miércoles, 19 de octubre de 2022

VATICANO

Lorenzo Soriano

El Estado Vaticano donde reside la Santa Sede, es quien en realidad trata los asuntos de Estado con el resto de los países del mundo. El Estado Vaticano da soporte temporal o sustrato a las Actividades de la Santa Sede. Es la última y única Monarquía absoluta, en forma de Teocracia que queda en Europa.

Vaticanae, proviene de Vaticinio, ya que está situado en la Colina Vaticana, Vaticanus Mons, al oeste del Tíber y frente a las siete colinas Romanas.      Su significado es Etrusco, ya que al parecer mucho antes del cristianismo, se practicaban sacrificios paganos encaminados a oráculos, a la adivinación o vaticinios. Está asentada también donde en su día se erigía el Circo de Nerón y un cementerio. Fue entregada finalmente por el gobierno Italiano en los convenios de Letrán de 1929.

Bien. Dado esto, el Vaticano o la Santa Sede, tiene intereses como otros países, y su labor consiste en el mantenimiento de la Iglesia en todo el ámbito mundial. Como en realidad la Institución tiene más de 2000 años, a veces, no parece lógica su postura, en cuanto al enfoque que da a ciertos asuntos “temporales”. Pero su duración nos hace reflexionar y aceptar que tan mal no lo deben hacer.

Así pues, la Curia gobernante entorno a la Secretaria de Estado, que actualmente dirige el Cardenal Parolin, es en sí el Dicasterio más antiguo, desde 1487 nada menos, y lo forman los más cercanos al Papa, en asuntos políticos y diplomáticos,  divididos en dos secciones, Asuntos generales, y Relaciones con los Estados, o Cancillería, dirigida actualmente por Monseñor Gallagher.

Desde 1914, por ponernos en cierta medida en épocas recientes, el Cardenal De La Chiesa es elevado a Sumo Pontífice como Benedicto XV. La primera Guerra mundial opacó su pontificado, pero fue elegido por “juventud”, por sus ideas apropiadas al entorno y proyección de los acontecimientos que la Curia Romana preveía.  Así, era un Papa, antinacionalista, antirracista y antisocialista. Fue denostado por alemanes y franceses, a los que trató de apaciguar sin éxito alguno. Así pues, fallece, con un buen historial ya que era un Papa muy solvente, apto y adecuado, a las circunstancias que se encontró.

Le sustituye en 1922, el Cardenal Ratti, como Pío XI, quien en 1929 además se convierte en el primer Soberano del Estado Vaticano, y su Papado discurre en un entre guerras. El Papa de los acuerdos, de los Concordatos, de las canonizaciones. Todo un diplomático, negociador  y fomentador de relaciones y alianzas. Lo que se necesitaba en ese momento. Así, sus relaciones con Mussolini, y el estado Fascista, fueron de tensión y acercamiento, según convenía al Estado Vaticano en cada momento. Protestando y denunciando, pero negociando y aceptando cuando era mejor el trato que el enfrentamiento. No obstante, si bien parecía que al principio atemperaba la relación con Hitler, más tarde se enfrentó al Nazismo con la encíclica Mit brennender Sorge, aunque no quiso tratar directamente el Tema Judío.

Le sucede en 1939 el Cardenal Pacelli, que ejerce como Pio XII. El Estado Vaticano una vez más se fija en los acontecimientos mundiales del que tiene una privilegiada información, y es elegido por la Curia dado que había ejercido cargos importantes en Nunciatura y de Secretario de Estado, llegando a negociar personalmente en 1933, el Konkordatt con el Reich, que irónicamente aún continúa en vigor, parcialmente. Papado controvertido, acusado, por algunos países Aliados, de “tibieza” cuando no de “simpatía” con los alemanes, pero que sorteó eficazmente protegiendo siempre los intereses de la Iglesia y entre bambalinas ayudar en lo que pudo, sin excederse en comentarios ni declaraciones más allá de lo imprescindible.

Una vez acabada la Guerra y derrotado el “monstruo” Nazi, pero no su anterior socio, Stalin, se le reconoció innumerables actos de valentía, que incluye a Pinchas Lapide, diplomático judío, que declaró que salvó a más de 700.000 judíos del Holocausto, Era un ferviente anticomunista y se acercó a la emergente USA. Le tocó la “Guerra fría” y a su muerte hasta Golda Meir alabó su Papado. Fue una gran elección de la Curia. Sus acuerdos con Trujillo, Franco y Estados Unidos. Su petición y protección a los condenados a muerte por sus crímenes de guerra, y su insistencia en perdón y en reconciliación, también han sido criticadas, pero finalmente su legado fue muy positivo.

En 1958, asciende el “Papa Bueno”, Cardenal Roncalli, Patriarca de Venecia, ejerciendo como Juan XXIII. Se necesitaba un Papa conciliador, y así, convocó el Concilio Vaticano II. Emitió encíclicas como Mater et Magistra, reconcilió al mundo, fue un papa de Paz para la Paz. La elección no pudo ser más acertada. Este Papa se había recorrido medio mundo con cargos relevantes en la Iglesia y con su mensaje de Paz. Era un extraordinario y amable embajador del Catolicismo.

De 1963 a 1978, El Cardenal Montini, parece el hombre más apropiado para los intereses del Estado Vaticano. Muy cercano a Roncalli, quien lo elevó a Cardenal, se pone al cargo como Pablo VI. Se mantiene en ortodoxia estricta, como con el aborto, y lidia con revoluciones y Vietnam. Se le conoció como el Arzobispo de los Pobres, por sus exigencias de ayudar a los países pobres y más necesitados. Era de una fina inteligencia y de gran preparación. Era un hombre del “Aparato” Vaticano. Tres de los cardenales que nombró, llegaron a Papas. Luciani, Wojtyla y Ratzinger, y gozaron del empuje de Montini.

La curia consideraba que Luciani, Papa Juan Pablo I, era un papa que debía moderar la deriva del mundo que se dirigía a la caída del Muro y a la disolución de la URSS que se veía en el horizonte. Como Patriarca Veneciano también, se topó con irregularidades de la Banca Vaticana, que quiso resolver al ascender al Papado. Su rival, el Cardenal Siri, el Arzobispo Marcinkus, el Banquero Calvi ahorcado en el Puente de los “monjes negros” de Londres, el banco Ambrosiano y toda esa red negra, lo cogió en medio y se lo llevó por delante. La versión del Infarto y la ausencia de Autopsia, han hecho crecer la idea de la “mano negra” que segó su vida.

No obstante, el tropiezo, la Curia Vaticana, insiste en elegir al hombre adecuado al momento, Ya que saben que el  Muro caerá pronto y Europa del este será liberada, asimismo. Por lo tanto, Wojtyla, Juan Pablo II era el más adecuado. Un Papa del Este, Anticomunista furibundo y contra la Teología de la Liberación.

Viajó a 129 países en su largo pontificado, y sufrió DOS graves atentados contra su persona. No cabe duda que en uno de los pontificados más largos de la historia, la Iglesia recobró fuerza y poder en todo el mundo, con Juan Pablo II.                                                                  

El tercer elegido por Pío XII que llega a Papa, es Ratzinger, Benedicto XVI. Un Papa culto, racional y serio, que no estaba dispuesto a que se perdiera el legado de su predecesor, sino ahondar más aun en su consolidación. Pero el mundo estaba cambiando. El Marxismo y el Comunismo ya habían cambiado de táctica, al menos en apariencia. El Nuevo Orden Mundial se expande por el mundo. Las economías capitalistas que producen, pero los regímenes comunistas que los dirigen. Ratzinger no era útil en ese giro, sobre todo en África y América latina, que son la fuente de las vocaciones recientes. Se le pide y acepta un retiro a Emérito, y ahí está. Supongo que de los nervios por su sucesor.

Y ahí aparece Bergoglio, Jorge Mario, como Papa Francisco. Jesuita de la segunda vía.     El hombre adecuado para la supervivencia del Estado Vaticano y la Santa Sede. No tan providencial para el Catolicismo ni para la democracia en la que parece no cree mucho. Parece Peronista, e incluso quizás admirador de los Montoneros. Como la Iglesia Vasca más preocupada por los terroristas que por los ciudadanos no violentos. Como Los de Monserrat, más del procés que de los catalanes no separatistas. En fin, Francisco alaba al comunismo y al colectivismo sin ambages. Es el papa adecuado al momento que vivimos. Así lo piensa la Curia.

Es pues el Vaticano un Estado, y sus movimientos ideológicos van como vayan las cosas. Ellos son los guardianes de las esencias cristianas, y del Catolicismo, sobre todo, y piensan durar muchos años más. El pasado es experiencia, pero no les ata, harán lo que tengan que hacer, porque su misión no es temporal.

A reflexionar

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