Antonio Pastor A.
Compatriotas de América: Hablar a fondo, en diez
minutos, sobre <Indigenismo e Hispanidad >, tema que se me ha señalado
por la Asociación Cultural Hispano Americana, es imposible; exponía el mejicano
Doctor Rodolfo Reyes Ochoa (1940) me limito por ende, a hacer un índice sobre
su amplio horizonte, consolándome aquel exacto decir de que lo corto, si es
bueno mejor, y si - como en el caso - es malo, menos malo.
No he de caer en el tópico eterno de censurar el
lirismo de las relaciones inter hispánicas
para caer en él de nuevo; me limitaré a desear que los españoles y
nosotros aprovechemos esta hora única, y acaso última, para ver de lograr
realizaciones, y a felicitar a la España oficial por haber ideado un Patronato
como éste que, sin las rigideces de lo gubernativo, asesore e inspire una labor
tan precisa y salvadora para España como para nuestra América.
Señalar a un mejicano de los antecedentes del que
habla el tema indicado - comentaba el mejicano Doctor Rodolfo Reyes Ochoa - guiándolo
dentro de ese terreno hacia la observación de la posición relativa de España y
la formación étnica americana, es llevarlo de la mano a repetir, lo que tantas
veces ha dicho sobre la resultante de aquellos factores, el colonizador y el
colonizado, o sea el mestizaje, nueva humanidad y juventud del mundo, que
todavía está en plena formación y en marcha.
No es la ocasión de extenderse, menos aún dirigiéndose a americanos, que tanto lo
sabemos y sentimos, sobre él para nosotros lugar común de que somos unos nuevos
hispánicos que no pretendemos reacciones absurdas de indigenismo, ni
imitaciones serviles de europeísmo, y que, tan ciertas de una ascendencia como
de otra, decimos con nuestro Vasconcelos que <nuestra mayor esperanza de salvación se encuentra en el hecho de que
no somos una raza pura, sino un mestizaje, un puente de razas futuras, un
agregado de estirpe más poderosa que las que proceden de un solo tronco>.
Nosotros no somos españoles ni indios: somos hijos
del abrazo de Cortés con la Malinche y deudores de España del mestizaje
civilizador, por la sangre y por el espíritu; su lengua, que es molde de ese
espíritu, al decir de Unamuno; su fe, que es liberación de la barbarie, su
cultura, que es herencia clásica, han creado afinidades tan recia, tan
definitivas, tan auténticas, que desaprovecharlas es uno de los errores más
graves y trascendentales en que por ambas partes pudiera incurrirse, y en que
por desgracia se incurre desde hace más de un siglo.
Pero, en cambio, los españoles deben oír siempre la
sinceridad de nuestra voz recordando el factor del indigenismo, no sólo en el
sentido de la sangre, que no es lo principal, sino del ambiente, de la esencia
que la tierra da al hombre (por eso se puede aplicar al mestizo Méjico como al
criollo Uruguay), y estimar por conocer ciertos rasgos de diferenciación que se
traducen en prendas de vitalidad, que es, por cierto, éxito de España, y que no
se limitó a hacer un simple trasplante de civilización. Para la que no fue
<el mejor indio el indio muerto>. Más propio de los comerciantes
portugueses, con la ayuda y protección de los ingleses. ¡Por cierto! ¿Quiénes explotan sus minas de oro, y qué porcentaje se llevan, así como las
tierras raras de la Isla, al oeste de Canarias?
No hay comentarios:
Publicar un comentario