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lunes, 31 de octubre de 2022

CULTIVAR EL JARDÍN DE VOLTAIRE EN POLÍTICA, CULTURA Y VIDA

Lorenzo de Ara

El problema del PP es que con Feijóo Génova 13 pase a ser Vetusta. Yo también soy partidario de no entrar a matar cuando se analiza el trabajo y los siete primeros meses de Feijóo al frente del PP. Dar rienda suelta a una escabechina en el PP es tanto como dar carta blanca a este psoe para seguir con su deriva autoritaria. Las críticas son muy necesarias, inclusive las que provienen de la prensa y canales mediáticos al servicio perruno del psoe y de todo ese entramado que pretende reventar el legado del 77. No todo en el PP se está haciendo bien. Y no todo se está haciendo bien porque siempre es el psoe el que va un paso por delante. Si en la derecha se atisba todavía un resquicio de cordura, patriotismo y política de Estado en Pedro Sánchez, entonces concluyamos que, efectivamente hay una bisoñez profunda en el PP. Y la bisoñez en política no es un Hernández Mancha cabalgando sobre un poni y llevando una moción de censura hallowiniana. La bisoñez del PP consiste en un liderazgo que no puede mantenerse en pie sin el susurro constante de barones en el oído del presidente. En la soledad de la toma de decisiones es donde se comprueba si Feijóo es solo región o Nación.

Es bueno recordar que esta Europa se construyó con la dirección de obra a cargo de la socialdemocracia y la democracia cristiana. Esta democracia nuestra, la de España, se rompe por culpa de este psoe, que no es socialdemocracia moderada, quede claro.

Todos los graves problemas que aquejan a España, forman parte de un agravamiento que nace desde que José Luis Rodríguez Zapatero y luego Pedro Sánchez deciden que el 77 no es válido y que el psoe tiene que ser de nuevo revolucionario.

También es pertinente aceptar como inevitable lo que escribe Ignacio Camacho en ABC. “Ya no hay otro PSOE. Y será difícil que lo haya incluso tras una hipotética derrota de Sánchez. En primer lugar, ni siquiera existe una obligación estatutaria de abandonar la secretaría general en caso de perder las elecciones. En segundo término, su hegemonía en la organización, cuya jerarquía intermedia ha arrasado por el método plebiscitario, es lo bastante sólida para permitirle tutelar su propio relevo. Y por último, el perfil ideológico mayoritario entre los afiliados garantiza la victoria en primarias del candidato más populista, más 'woke' o más radicalizado. El retrato robot del futuro líder –o lideresa- se parece más a Melenchon que a Scholz. En referencias cercanas está más próximo a una María Jesús Montero o una Adriana Lastra que a una Calviño –que ni siquiera es militante-, un Page o un Vara.”

Reconocía Gabilondo, Iñaki, que Aznar había conseguido sacar lo peor de él.

Aznar fue un presidente con aciertos y errores, como lo fue Felipe González, Leopoldo Calvo Sotelo, Adolfo Suárez, Mariano Rajoy.

Pero ZP y Sánchez son otra cosa para la democracia y para el psoe. Los dos consiguen sacar lo peor de nosotros, los demócratas.

Partiendo de que este mal es el origen de la deriva hacia el caos que experimenta España, al mismo tiempo debe quedar claro que no hay apuesta de querer ver en el adversario a un enemigo por parte de la derecha democrática, lo que ciertamente no hay es adversario porque en la izquierda se tomó la decisión de ser revolucionarios, o sea, enemigos.

Cuando ETA mataba a cien personas al año no había guerra en España.

Cuando este psoe corroe, intoxica y descuartiza el cuerpo constitucional no hay otro alocado ejército pretendiendo locuras similares y blandiendo el nombre de España.

O se tiene presente que con este psoe no, y que no habrá otro psoe sino siempre el mismo que ya tenemos, o siempre habrá un intersticio para que del interior del huevo de la serpiente salga la portadora de veneno y el enfrentamiento.

P.D. Respuesta a un tal Héctor García Barnés tras leer su artículo “La nostalgia intelectual que piensa que ahora todos somos tontos (y antes, muy listos)”, publicado en La Trinchera Cultural de El Confidencial.

D. Héctor, la caída del imperio romano. Usted sabe que no se produjo de la noche a la mañana. Eso de me acuesto monárquico y me levanto republicano sucede solo en España (todavía España). Pues bien, en cierta ocasión un joven avispado y listo (¿inteligente?) arremete contra servidor de usted porque digo, dije que soy tradicionalista. Tiempo tuve para añadir que preservo el corazón de todo lo que es esencial para seguir avanzando y me despojo de las cáscaras que se pudren y que, al renovarse, las cáscaras, digo, protegen el corazón al incorporar la ponderada renovación.

También dijo en ocasión algo lejana el escritor Arturo Pérez-Reverte que en su biblioteca no necesitaba de internet para encontrar todo lo que quería. El internet estaba y está en los libros. Sometido a ellos, agrego yo.

También un escritor proscrito, Sánchez Dragó, como lo es Juan Manuel de Prada, aseguró que tiene miles y miles y miles de libros en casa y sentenció que, lógicamente no hay vida para leer tanto libro, pero sí la hay para disfrutar de la compañía de estos.

Mejor un montón de libros que un montón de móviles viejos e inútiles.

Afirmo ante el Santo Oficio de los iletrados que juntan letras y leen escasamente y a duras penas, afirmo que sí, que leer hoy Fortunata y Jacinta, La Regenta, El árbol de la ciencia, Los santos inocentes, La familia de Pascual Duarte o Los pazos de Ulloa, es un imposible para esos jóvenes, para ellos, para ustedes. Para usted.

No son lo suficientemente libres para decidir dejar el enchufe que les une al respiradero artificial de la Wikipedia, Google, YouTube, WhatsApp.

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