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miércoles, 19 de octubre de 2022

LA INTOLERANCIA EN LA IZQUIERDA

Lorenzo de Ara

Fernando Savater: “La mejor forma de abogar por la tolerancia es practicar sin remilgos la intolerancia con los intolerantes.”

¿De acuerdo?

Si partimos de que este es un principio irrenunciable para defendernos de los cabestros, aunque escriban y sermoneen en radios de medio pelo; si damos por bueno que la intolerancia con los intolerantes es la viga maestra que sostiene la democracia, la justicia y la libertad, entonces daremos por buenas algunas realidades que hace tiempo están siendo enterradas bajo la más zafia y cruel de las mentiras.

El filósofo español nos indica el camino. Por aquí ha de marchar el hombre libre.

Nuestra democracia dejó de figurar entre las diez más avanzadas del mundo, y hoy se encuentra en el puesto 26 del ranking. La lógica es que sigamos perdiendo calidad democrática.

Por ejemplo, otro destacado pensador español, Félix de Azúa, sin trabas y sin el miedo que otros tienen a la poderosa máquina mediática de la izquierda intolerante, puntualiza lo siguiente. Tomen nota y no retengan en la memoria. “Sorprende la incapacidad de los demócratas que aún quedan en este país para impedir este asalto a las instituciones del Estado. Todas son decisivas para mantener la limpieza en unas próximas elecciones, desde la más inocua, el CIS, por ejemplo, que Sánchez ha convertido en una caricatura, hasta el poder judicial, que es absolutamente decisivo y que en cuanto pasara a estar controlado por los sanchistas abriría el paso a una administración absolutista que en poco se diferenciaría de los sistemas de la ultraderecha centroeuropea como el húngaro. No se puede entender que un desatinado como Sánchez no encuentre apenas resistencia para seguir dando órdenes mediante decretos ley que anulan al Parlamento, seguir ocultando información esencial (que incluye sobre todo partidas de gasto), seguir ocupando uno tras otro los medios institucionales mediante amigos o mercenarios, y, en fin, destrozando todo lo que se puso en pie con enorme esfuerzo y mucha inteligencia durante la Transición. ¿Verdaderamente se le van a seguir tolerando todos los caprichos como a un niño mimado? Pues puede ser: la nuestra es aún una democracia endeble, frágil, no estamos habituados a ella, no conocemos avatares como puedan conocer los franceses o los ingleses, por eso es capaz de imponerse un personaje tan inverosímil como Sánchez y ponerlo todo a su servicio.”

Expone mucho más Azúa, pero con lo aquí reflejado, se demuestra que la tolerancia es una herramienta inútil contra los intolerantes que ocupan el poder y se convencen de que ellos, cual Mesías, son los únicos que salvarán al pueblo de la miseria y otras calamidades.

Lo que Azúa expresa con bastante claridad, es que tenemos un Sánchez y una izquierda muy capaz de emular a Trump, Putin, Erdogan. En sus palabras leemos: “Lo verdaderamente peligroso: que Sánchez está cada vez más cerca de negar la validez de unas elecciones si no le son favorables, agarrándose al fraude electrónico como Trump o a cualquier otra mentira de las que tanto han usado sus colegas de gobierno. Ninguno de sus socios se opondrá, sino que más bien lo aplaudirán. El peligro inmediato, creo, es pasar directamente a un gobierno autoritario como el húngaro en el momento en que Sánchez crea que puede perder el poder.”

La intolerancia de Sánchez y de su izquierda también la observa con preocupación el ex director de El País, Antonio Caño. El periodista aclara: “Cierta izquierda persiste en agobiarnos con cuestiones identitarias y supuestas conquistas sociales que, por lo general, carecen de interés y de rigor. Perdemos demasiado tiempo discutiendo sobre conflictos perdidos en la historia, los nombres de las calles, el léxico de nuestra lengua, la solución de problemas resueltos hace décadas… Cuando no destruyendo una causa imprescindible e integradora, como es el feminismo, en nombre de la moda y  los supuestos derechos de una minoría, como está ocurriendo con la llamada ley trans. Buena parte de la izquierda se ha convertido en revolucionaria de las formas, pero con poco o ninguna sustancia. Se trata de parecer transformadores más que de serlo.”

Lo dicho, los intolerantes quieren hacerse pasar por benefactores. Nunca lo serán.

Los tolerantes estamos en guerra. Usar guantes en la defensa de nuestra democracia es perder la guerra y rendirse ante el enemigo. Y quede claro que la democracia en España comenzó en 1977, no en 1982.

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