Antonio Pastor A.
Pero
aun hay otra razón más para trabajar este hispanismo. Nuestro mundo no tiene
como fundamental la división entre América del Norte y del Sur; decía el Doctor
Rodolfo Reyes de Ochoa; entre la América inglesa y la hispanolusitana.
Esa
dualidad es fuerza y puede ser grandeza; pero también es peligro y puede ser
ruina; el afán imitativo, que hipertrofiado es desnaturalización; la visión de
la grandeza ajena, que reflejada en nuestra relativa pequeñez suele ser
caricatura; la era industrial y el ansia de confort, que exagerados son
materialismo; la tentación del fuerte cuando se codea con el débil y tantos
otros factores, murmuran siniestras profecías en esa raya de la que es seguro
guardador, el pueblo mejicano. ¡O tal vez no!
Y
como nadie habla de insensatas agresiones, pero ya ni tan siquiera de reivindicaciones
originariamente justas, y como ya el supremo representante oficial de la
América inglesa se siente abanderado del mismo Bolívar, ante la locura europea,
nosotros no tenemos mejor defensa, mejor escudo frente a deformaciones
posibles, que cultivar, engrandecer y refinar Nuestro Hispanismo. Esta es otra
consecuencia que he de señalar en mi precipitada exposición, que, como todas
las grandes verdades, es, a la postre, un lugar común.
Entre
lo mucho que debemos a España está el reconocimiento de algo que es
fundamental: La sensibilidad personalísima de nuestra Reina Madre Isabel, La
Católica. La audacia de Colón y los Pinzones, en plena rebeldía con la ciencia
de sus días; lo individualista y aún rebelde de las empresas de centenas de
colosos de la voluntad, de los que son representativos Cortés y Pizarro; la
necesaria labor que, con todos sus defectos, ha hecho el caudillaje entre
nosotros; la facilidad con que una próvida Naturaleza responde al esfuerzo del
hombre. Esto nos prepara y arma para una evolución auténticamente hispánica y
cristiana, para una justicia social, solidaria, sin violencias.
Y
aunque España parece que se desintegra, está a punto de fortalecer sus defensas
contra la intolerancia y el oportunismo soez progresista y trasnochado.
Los americanos que mucho agradecemos, a la auténtica España, como hijos del indigenismo y del hispanismo, del desafío creador que una quilla, una espada y una cruz libraron con el misterio de lo desconocido. No negamos el ambiente en el que se produjo nuestra vida, más bien reclamamos la herencia de todo género de los grandes conquistadores y colonizadores, porque las cunas que allí formaron son más alma suya que las tumbas que aquí dejaron. España tiene una llave de oro recibida, porque fue cordial y comprensiva, con nosotros. Para ella también, somos acogedores y fraternos. Nuestra Hispanidad, podrá en este ángulo de la Historia, ayudar a un AVATAR VICTORIOSO. Que así sea.
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