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viernes, 21 de octubre de 2022

INVOLUCIONAR O EVOLUCIONAR (EL CASO UK)

 Lorenzo de Ara

Los conservadores británicos están poseídos por la estupidez. Cuando David Cameron convocó a las fuerzas del averno por chulería y convencimiento de ser más fuerte, más guapo y más listo que el populismo de la Isla que pedía la salida de Europa, y tras la derrota humillante en las urnas (en la calle), el país de Isabel II, perdón el país de Carlos III, que había dejado de ser potencia global e imperio hacía mucho tiempo, pasaba a convertirse (qué bueno The Economist) en una copia de Italia. Pero Italia sabe vivir con tipos y tipas que hacen de la política una práctica gore. Finezza siempre, aunque la política camine por la cuerda floja.

La derecha británica, ella solita, ha convertido la sexta economía mundial en un manicomio. Esta Truss ha durado 45 días. Ya está en la historia. Leve, levísima en la casa número de 10. Y habrá que buscar sustituto, oh, sí, en la derecha sin un ápice de decencia política y patriótica.

Los laboristas, o sea, la izquierda, tiene una ventaja no inferior a 30 puntos sobre un partido Tory que, por supuesto se ha ganado a pulso la derrota en las elecciones.

Tendrá que ser la izquierda después de abandonar postulados radicales, la que inyecte cordura, sensatez, equilibrio y sentido de Estado en un país que tras el Brexit se hunde irremediablemente en el lodazal del populismo.

Leo que otro premier británico, conservador, un tal George Canning, fue abatido por una neumonía en 1827 tras solo 119 días en el cargo.   ¿Y por qué Truss ya abandona el número 10? Leyendo y leyendo se llega a la conclusión de que la señora quiso emular a Thatcher, pero no en tres años, que fue el tiempo que necesitó la gran mujer para comenzar a cambiar el rumbo del país; la Truss se veía con ganas, fuerzas e ¡inteligencia! para realizar el prodigo en un par de días. ¿Resultado? La Truss, un personaje estrafalario de mi admirado Galdós en el Madrid pobretón del XIX, sopló y sorbió, cosa que es de todos sabido que solo puede hacer Sánchez en Españita. Los mercados se llenaron de miedo. La mujer, nunca mujercita, arribó al poder de la (repetimos) sexta potencial mundial, abanderando eslóganes liberales y ordenando como Patton pero sin espíritu clásico, una bajada de impuestos. Mas hete aquí (leo en un periódico económico) que a la bajada de impuestos unió la promesa de dejar en foto fija el recibo de la luz, y todo ello con un coste de 150.000 millones de libras. Sí, sí, millones de libras.

Ya es un cadáver.

Y otro fiambre puede hacerse de nuevo con el control de la derecha. Boris Johnson. Ahí es nada. Ya puestos, podrían llamar a David Cameron.

En Reino Unido se impone la llamada a las urnas. La derecha en ese país no tiene el respaldo del pueblo.

Pero mientras todo esto ocurre en un país que es el principal aliado de Estados Unidos y con capacidad nuclear y derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU; mientras algunos, los más viejos, recuerdan que este mismo país pidió ayuda al Fondo Monetario Internacional en 1970 para salvarse de la quiebra total; mientras el país de los tenderos que se aferra al céntimo y no pierde el tiempo con trans ni cosas por el estilo, en el nuestro, bajo el paraguas protector de la UE, el presidente Sánchez se gasta más de 2.200 euros en una bicicleta estática para el búnker de la Moncloa.

La democracia liberal no se ha impuesto en el mundo. Y las democracias, ahí está el caso de Reino Unido, muestran todas ellas signos evidentes de cansancio físico y mental.

Me pregunto si el hombre político está más dispuesto a involucionar que a evolucionar.

En España lo tengo claro, peor no esperaba esta desgracia en el Reino Unido.

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