José Melchor Hernández Castilla
La “biografía de Fray de Andrés de Abreu” (1647-1725) se
halla hilada por el investigador Leopoldo de la Rosa Olvera, en Anuario de
Estudios Atlánticos, número 26, 1980. Andrés de Abreu fue bautizado en la
parroquia de la Concepción de la Orotava en 1647. Sus padres habían contraído
matrimonio en el mismo lugar el 4 de noviembre de 1625, Mateo González de Abreu
(procedente del Realejo de Arriba), albañil, y Melchora de Abreu, ambos de
origen portugués. Los hermanos de Fray de Andrés fueron franciscanos, como el
mismo; Fray Melchor de Abreu, ministro del Santo Oficio, guardián de San Diego
del Monte y definidor de la Orden; y Fray Bernardo, fallecido en el convento de
Garachico; Marta Rodríguez de Abreu; Ana Rodríguez de Abreu; y dos monjas
dominicas, Catalina de San Pedro y Melchora de Santa Catalina.
Fray Andrés de Abreu comenzó su vida conventual en el
convento de San Lorenzo de La Orotava en 1666, con 19 años (dicho convento tuvo
un incendio el 19 de mayo de 1801, con el cual perdió todo su esplendor). En
1681, ingresó en el Santo Oficio, y posteriormente fue nombrado comisario de la
villa de La Orotava y su partido hasta el final de sus días. Residió en el
convento de San Diego del Monte, en La Laguna, desde noviembre de 1676 hasta
septiembre de 1677, en dicho sitio, varios padres le hablaran de la vida del
lego fray Juan de Jesús, del cual el mismo se convertiría en su confesor. En 1687,
a la muerte del místico fray Juan de Jesús de Icod, el cabildo de la isla le
solicita la oración fúnebre en sus exequias. Entre 1690-1694, siendo el
provincial fray Francisco Yanes, Fray Andrés de Abreu se retira al pequeño
convento de Buenavista para escribir la biografía del siervo de Dios Fray Juan
de Jesús (1615-1687). “La Vida del venerable siervo de Dios Fr. Juan de Jesús”
se publica en Madrid en 1701, el mismo Fray Andrés de Abreu, su autor, dice del
libro: “amplificación, el lujo de frases de afectada energía, la molestia de
lugares comunes y de sentencias conceptuales, escribiendo la historia de un
lego tan simple como humilde, son los principales defectos que acaso notarán
los críticos en esta obra. Pero el autor es abundante, su dicción castellana es
pura, sus pinturas son de gran colorido y su erudición era la más de moda de
aquellos tiempos”.
Como nos dice Leopoldo de la Rosa, “fray Andrés de Abréu
escribió también otra obra, perdida para siempre, la Vida de la Venerable
Sierva de Dios María Justa de Jesús... Afirma este autor (el Padre Diego
Inchaurbe) que María Justa de Jesús «nació en La Victoria, el 6 de enero de
1667 y fue bautizada el 9 de dicho mes. Era hija de Juan Alonso y de María de
la O.». Y sigue diciendo, «escribió su vida el M. R. P. L. Fr. Andrés de Abréu
pero, sin reflexión, a la muerte de éste, se dio a las llamas. Quizá sería una
obra como la que escribió de Fr. Juan de Jesús, lego franciscano y conventual
de San Diego del Monte, donde falleció»” (Páginas 166-167).
Fray Andrés de Abreu fallece en el convento de San Lorenzo
de La Orotava, en la que había profesado por primera vez con 19 años, el 3 de
julio de 1725 con 78 años de edad. José Viera y Clavijo (1731-1813), al hacer
su biografía, escribe: “el título de «padre más digno» que había alcanzado
elevaba «a un religioso modesto al más alto fasto a que la ambición monástica
pueda allí esperar, da la idea de un pequeño monarca, temido, idolatrado y
absoluto” (Página 165).
Biografía de Fray Juan de Jesús de Icod (1615-1687),
realizada por la Diócesis Nivariense de Canarias: “Fray Juan de Jesús nació en
la población de Icod de los Vinos en el norte de la isla de Tenerife en
diciembre de 1615, fue bautizado en la Iglesia Parroquial de San Marcos
Evangelista el día 20 del mismo mes y año… Tempranamente, a la edad de diez
años comenzó como aprendiz de tonelero en Garachico, entonces lucrativo lugar
para el negocio de vinos. El dueño del taller era individuo de carácter
colérico e irascible que descarga en el pobre muchacho su violencia, hasta el
punto de arrojarlo a una hoguera callejera durante la tradicional festividad de
San Juan Bautista, lo cual le produjo -según la tradición- la pérdida del ojo
izquierdo. Estos malos tratos los aceptó con cristiana resignación, y mantuvo su
trabajo compaginando oración y penitencia. Más tarde abandona ese oficio,
aprende a leer y se traslada a la ciudad de Puerto de la Cruz. Comienza a
experimentar los primeros éxtasis místicos, uno de los más reconocidos relata
que cuando se encontraba delante de la Iglesia de Nuestra Señora de la Peña de
Francia en el Puerto de la Cruz, entró en éxtasis y se elevó con los brazos en
cruz.. hasta llegar a la costa de Martiánez.
Testigos del sobrenatural suceso
fueron varios vecinos. El 22 de julio de 1646, también en el Puerto de la Cruz,
tomó el hábito de franciscano en el Convento de San Juan Bautista,
espiritualmente preparado por su confesor el Reverendo Padre Fray Mateo de
Aguilar, Definidor de la Provincia de San Diego de Canarias. Fue trasladado al
Convento de San Diego del Monte (hoy ermita), extramuros de la ciudad de San
Cristóbal de La Laguna. Fray Juan de Jesús ayudó espiritualmente con sus
consejos a la popular religiosa sauzalera María de León Bello y Delgado (Sor
María de Jesús, más popularmente conocida como «La Sierva de Dios«), pues
fueron contemporáneos. El fraile entregaba su desayuno a los pobres, piedad
respecto a las prostitutas, rezaba devotas estaciones para beneficio de almas
afligidas, y sufría mortificaciones que aplicaba en sufragio de las ánimas del
purgatorio. El 6 de febrero de 1687, moría Fray Juan de Jesús con gran fama de
santo en el convento de San Diego del Monte en La Laguna, tenía setenta y un
años y hacía tiempo que estaba enfermo. Fue enterrado en el mismo convento. En
la actualidad se está tramitando el proceso para su beatificación” (IV
Centenario del Nacimiento y Bautismo del Siervo de Dios, Fray Juan de Jesús.
Año 2015. Diócesis Nivariense).
Mencionamos algunos de los milagros del Místico y Siervo de
Dios Fray Juan de Jesús de Icod (Galindo Brito, Antonio, 20 de abril de 2016.
“El Peñón del Fraile y Fray Juan de Jesús, en el Blog de Crónicas Portuenses):
“En honor y recuerdo a Fray Juan de Jesús y su estrecha relación con el Peñón,
éste, durante mucho tiempo, fue conocido como el Peñón del Fraile, en clara
alusión al fraile franciscano que tanto tiempo pasó en oración y penitencia
sobre nuestro Peñón... Fray Juan de Jesús, durante su retiro en el Peñón,
colocó una cruz hecha toscamente con dos verodes secos, con la intención de que
le sirviese como escudo de defensa y protección contra las tentaciones del
maligno, mientras se encontraba sólo, en meditación y oración sobre el Peñón.
Se cuenta que al cabo de cierto tiempo, el tronco enraizó y se fundió con el
que formaba los brazos, llenándose de verodes toda la cruz… Otro hecho
prodigioso ocurrió cuando le mandaron subir a La Orotava con un jumento para
moler una fanega de trigo. En su camino, el jumento fue arrollado por una
pesada carreta tirada por bueyes que le pasó una rueda por encima, lo que hizo
temer al carretero que el animal estaba herido de muerte. Al ver al jumento
herido, Fray Juan de Jesús se acercó y le dijo: “Ea, hermano. Vamos a cumplir
la obediencia” y según cuenta la leyenda, el jumento se levantó al instante sin
daño alguno”.
Para creer en los milagros o los hechos acontecidos al
místico Siervo de Dios Fray Juan de Jesús de Icod hay que tener fe, que no te
da más honra o deshonra, sino que te hace tener una visión diferente del mundo
que se experimenta.
Para Fray Andrés de Abreu, Fray Juan de Jesús de Icod representaba la humildad, lo simple y
el misticismo, algo muy alejado del carácter dominante y recto del propio Fray
Andrés de Abreu y de su rica formación cultural. Posiblemente, por eso, se
decidió a escribir sobre el Siervo de Dios Fray Juan de Jesús de Icod.
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