Evaristo Fuentes Melián
Desde mi ya
lejana y tierna infancia ha habido
varios accidentes aéreos, de los que mencionaré algunos. Esta mañana (domingo
día 9 agosto) estaba yo observando el tráfico aéreo del aeropuerto de Los
Rodeos, desde una atalaya perfecta frente a la cabecera del lado Este, cuando
se metió una nube/bruma alargada y densa a menos de cincuenta metros de altura
sobre la pista de aterrizaje. No los vi, pero sí que oí el ruido de varios
aviones, que sucesivamente pasaron de largo sobre este aeropuerto, por falta de
visibilidad. La niebla se disipó algo más tarde, y ya el tráfico de entradas se
normalizó. Los aviones de salida no dejaron de maniobrar en ningún momento.
(Hay algunos accidente aéreos que yo menciono en mi libro ‘Sesenta años de
historias’, en el capítulo de Sucesos).
La prensa de este
domingo 9 de agosto de 2020, publica un reportaje recordando el accidente del
aeropuerto de Múnich, el 6 de febrero de 1958. El avión intentó despegar, pero
se atascó por el agua nieve que había en la pista y no pudo levantar el vuelo.
Se salió de la pista y hubo una veintena de muertos, entre ellos algunos
jugadores del Manchester City, que, de regreso a su ciudad de residencia, hizo escala en Múnich
procedente de Belgrado, donde había jugado un
partido de la Copa de Europa, que ahora llamamos Champions. Fallecieron
algunos jugadores del Manchester, que eran figuras mundiales, aunque el
legendario Bobby Charlton logró salir con vida. Fue la época en que Alfredo di
Stefano era líder indiscutible del Real Madrid y sus cinco Copas de Europa
seguidas, desde 1956 a 1960, ambos inclusive. Di Stefano jugó en el estadio
Heliodoro de Santa Cruz, un partido memorable, que hace historia importante para el equipo del Tete, CD
Tenerife. Fue el jueves festivo 12 de octubre de 1961, cuando el Tete se
enfrentó en partido de Liga de Primera al pentacampeón madridista, con todas
sus figuras (además de Di Stefano, destacaban Puskas, Gento, Santamaría, etc.);
resultado adverso, 0-3, pero fue un hito importante en la historia del CD Tenerife.
También en el
aeropuerto de Los Rodeos, otro equipo de fútbol, el CD Málaga, entonces en
Segunda, se accidentó al intentar aterrizar, y se salvaron milagrosamente todos
los ocupantes del avión. Fue el 29 de septiembre de 1956.
Y para terminar,
quiero recordar tristemente el accidente del 27 de febrero de 1977, en el que
chocaron en pista dos jumbos y murieron medio millar de personas. Los del avión
holandés de KLM perecieron todos, y los del avión norteamericano de PANAM
sobrevivieron la mitad de los pasajeros. También sobrevivió el piloto
norteamericano, que volvió más de una vez a Tenerife, para conmemorar
tristemente el referido accidente, que tiene un monumento singular en la Mesa
Mota, frente a las pistas del aeropuerto.
Dicho piloto
estadounidense cuenta que cuando dirigía su aparato a la cabecera de pista
segundos antes del choque, la nube cubrió en pocos segundos todo el horizonte,
y no se veía nada. Como dato quizá
morboso, diré que un familiar cercano mío, voló unas horas antes, por la mañana
de aquel fatídico día de 1977, en vuelo charter Tenerife Norte-Hamburgo sin
novedad, con un tiempo espléndido.
El aeropuerto del
Sur se inauguró el año siguiente, en 1978. Pero aún hubo otro accidente mortal
en Los Rodeos, en 1980, cuando la tripulación de un vuelo charter danés
equivocó el rumbo. Despegando hacia el norte de la isla (zona Tacoronte) debía
girar a la derecha (hacia el mar Atlántico, sobrevolando la comarca de Valle
Guerra). Pero nunca se sabrá el motivo-- probablemente un error por no conocer
bien las características orográficas del terreno--- error por el cual el piloto
al despegar giró hacia la izquierda y fue a chocar en los montes sobre La
Esperanza, cerca de la carretera dorsal que va a Izaña, en el lugar que llaman
El Diablillo. Aunque parezca mentira, los servicios de rescate y ambulancias
tardaron un par de horas en encontrar el aparato entre el abundante arbolado.
Las mejorías
técnicas que hoy posee el aeropuerto de Los Rodeos han perfeccionado estas
instalaciones y en los últimos cuarenta años no ha habido más accidentes
mortales en vuelos con pasajeros.
Espectador
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