Salvador García Llanos
Por los laberintos de la burocracia. Por ahí deben andar
los expedientes de solicitud del Ingreso Mínimo Vital (IMV), de tramitación
absolutamente estancada, tal es así que el Ministerio de Inclusión y Seguridad
Social ha subcontratado a una filial de la empresa pública ‘Tragsa’, denominada
‘Tragsatec’, para ayudar a tramitar las decenas de miles de solicitud que ha
recibido y sigue recibiendo.
La Asociación Víctimas del Paro, entre otras, ya ha
denunciado las trabas burocráticas para recibir el subsidio. El cometido de
‘Tragsatec’ consiste en recabar toda la documentación de cada expediente
individualizado y realizar una sugerencia si bien la decisión final recae en el
Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS).
Algunas informaciones coinciden en señalar que las
dificultades se están amontonando, tanto por la cantidad de solicitudes
formuladas como por la complejidad y el desconcierto que generan los métodos de
seguimiento hasta la aprobación. Ha trascendido, en ese sentido, que fue
recibida una instrucción en ‘Tragsatec’ en el sentido de poner los expedientes
en el apartado “Requeridos”. De esa forma, la solicitud queda en un limbo “ya
que se agrupan a solicitudes que cumplen todos los requisitos y han entregado toda
la documentación y a quienes no lo ha hecho, a los que se pide en una carta que
los remitan”.
Que las administraciones no estaban preparadas para
afrontar un hecho de la envergadura del IMV es evidente. Y que se han visto
desbordadas, también. Ahora tendrán que hacer un ejercicio de coordinación
efectiva para atender las miles de solicitudes. Es una obviedad aplastante
decir que muchas responden a un estado de necesidad extremo. Y que cuando pasa
el tiempo sin encontrar salida o solución, crece el malestar. Más personal
formado, más teletrabajo, más diligencia. Y más operatividad, en definitiva
para superar esta prueba. La gente, que entiende poco de estas cosas y lo que
quiere es ver atendida cuanto antes su petición, aguarda trámites sencillos y
efectividad en las resoluciones.
Deducimos que la experiencia va marcando etapas del
procedimiento y, por consiguiente, servirá fundamentalmente para agilizar la
tramitación cuando las solicitudes entren en la vía correspondiente. Esa
acción, la tramitación del expediente, hasta aprobar o denegarlas, tras la
verificación de los requisitos y el cumplimiento de los trámites
administrativos pertinentes, queda en manos de los funcionarios del INSS.
Lo dicho: en los laberintos de la burocracia abundan las
trabas. Para beneficiarse de medidas como esta, tiene que ser así, de acuerdo.
Para evitar fraudes e irregularidades. Pero eso conlleva preparación y
disposición de mecanismos cuyo funcionamiento, tratándose de lo que se trata,
debe ser los más sencillo posible.
Aquí no lo parece.
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