Agustín
Armas Hernández
Mayo
es el mes de las fiestas de la Cruz. Entre nosotros se dice: “el mes de las
Cruces”.
Es conocido que pocas bodas se realicen en “el
mes de las flores”.
¿Superstición? Quienes asistimos en el Puerto de la Cruz al
I Congreso Internacional de Parapsicología nos pudimos dar cuenta del auge que
van tomando las supersticiones, en parte debido a los mismos parapsicólogos y
ocultistas. Muchos objetores, especialmente un sacerdote muy conocido en el
Valle, tuvimos que debatirlas.
Sin
embargo, quizás no todas estén infundadas, pues grandes personajes, como el
Emperador César Augusto, no se calzaba el pie izquierdo antes que el derecho.
Probablemente tengan razón los que dicen: “Si
crees en las supersticiones, entonces se te cumplen; pero si no crees en ellas
entonces, no”.
Me parece que la mayoría
de los casos así
es.
Cuando
Fernández de Lugo, con sus castellanos plantó el Santo Madero, el 3 de Mayo de
1495, ese lugar se convirtió luego en el Puerto y más tarde en la ciudad de
Santa Cruz. Signo de esperanza para los pobres Guanches, que según el profeta
Isaías, “vivían en tinieblas y
la sombra de la muerte”.
Pues
no bastaba invocar a Achamán y hacer cabalas en los tiernos baifos, para
conseguir la salvación. Es cierto que iban unidas la espada y la cruz, pero ha
sido también voluntad divina proteger a los indefensos misioneros. Por algo
permitió el Señor que los Apóstoles llevaran dos espadas al huerto de
Getsemaní. Según la tradición, una es la espada del Papa que debe quedar
envainada; y la otra la del Emperador, que debe estar con frecuencia fuera de
la vaina. Cuando aparezca próximamente el Gran Monarca de las profecías,
cambiaremos nuestra mentalidad actual.
Los
valientes Castellanos, nuestros antepasados, plantaron también la Cruz en el
Valle de la Orotava, y ahí tenemos “la
Cruz Santa”
y nuestro “Puerto
de la Cruz”.
Nos dicen los historiadores que, en principio, la conquista de Canarias e
Indias Occidentales, se debió
más
al deseo de salvar a los paganos que el afán de conquista, también es de admirar el
poder del Romano Pontífice, quien (el español Alejandro VI) en 1493, dividió el
mundo pagano entre Castellanos y Portugueses.
En
nuestra cuidad turística se está restaurando una Cruz muy venerada, por
iniciativa de los concejales. Es admirable el poder de la Cruz pues aunque nos
sea amargo el cargarla, ella produce la salvación. Por otra parte, quienes no
se casan en Mayo no se libran de llevarla, ni pienso yo que sean más
desdichados quienes se emparejan en el bello mes de las flores.
En
nuestra ciudad portuense, las capillas de la Cruz son una de las más
peculiares. Recordaré sólo las de Chorro Cuaco, Mequinez, Las Lonjas, y la Cruz
Verde. La Cruz del Pino es la que se
restauró en la calle Pérez Zamora. Después de todo, la religión es
invencible, puesto que el alma humana es inmortal. La fe está resurgiendo en
China, en Rusia, en Polonia, y resurgirá en nuestra patria, tan pronto, como
cambien las circunstancias. Y cambiarán muy pronto según anunciaron los
videntes del Congreso de Parapsicología.
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