En el partido de
futbol (martes 7 de mayo) de la vuelta de la Champions, Liverpool–Barcelona, en Ansfield (quedó eliminado el Barça por un 4-3
en el cómputo de los dos partidos), la violencia verbal y física, el
avasallamiento dentro y fuera de la cancha, por los jugadores del Liverpool
dispuestos a darlo todo (también la leña), apoyados por una hinchada agresiva y
vociferante, evidentemente influyeron en el resultado.
Leí en la prensa
española la correspondiente crónica---que comparto en su totalidad--con algunas
frases dedicadas a la bulliciosa afición de Ansfield:
“Su ritual hipnotiza a cualquier rival…como el alma de Ansfield no hay otra…la excitación es sobrecogedora…ataca el Liverpool en estampida, como una manada de búfalos…sin reparar en el currículo del adversario, al que le da un ataque de pánico…”.
En fin, esto es lo
que hay.
En otro ‘desorden’
de cosas, recuerdo que hace ahora cincuenta años, la cancha de Baloncesto del Real Club Náutico, sita en la avenida de
Anaga, en su primera etapa en la máxima categoría nacional, echaba chispas en cada
partido. Era un verdadero volcán. Yo iba a todos los encuentros (segunda mitad de los años
sesenta) y llegué a ver a señores de alto copete y buena educación, que se
transformaban en forofos hinchas con
insultos al equipo visitante, perdiendo las buenas maneras. Apabullante.
Espectador
No hay comentarios:
Publicar un comentario