Salvador García
Llanos
¿Qué pasó en la
noche del domingo con los resultados electorales en el municipio del Puerto de
la Cruz? Alguien debería preguntarlo. Alguien debería ofrecer una explicación.
Porque mientras
desde la página del ministerio del Interior se iba ofreciendo resultados y
porcentajes a medida que avanzaba el escrutinio de la práctica totalidad de las
localidades, de la portuense no salía nada. Mejor dicho: los ceros
correspondientes. Transcurrió bastante tiempo hasta que aparecieron los
primeros registros, cuando la desazón ya era evidente al no funcionar las
aplicaciones sobre todo en los dispositivos móviles. Se multiplicaron las
llamadas: ¿qué estaba pasando? ¿Cómo era posible que, de otros municipios
limítrofes, con parecido censo electoral, se accediera a información on line y
del portuense no se supiera nada?
Puede que algún
colegio electoral cerrase más tarde, como consecuencia de una demora en su
constitución y apertura. Puede que los responsables tardasen más de la cuenta
en transmitir las primeras actas a su centro de datos. Puede que los sistemas
informáticos se atascaran o sufrieran algún tipo de disfunción. Algo debió
fallar.
No es para
tomárselo a broma. Estamos hablando de información básica en una jornada
electoral: nada menos que de los resultados en un proceso que debe
caracterizarse por la transparencia y que a estas alturas de la democracia debe
desarrollarse con precisa naturalidad para seguir siendo ejemplo ante otras
naciones.
Por eso decimos
que, desde la institución, desde los propios partidos políticos, alguien
debería preguntar qué ocurrió. Y quien corresponda debe ofrecer la explicación
consecuente, que seguro la habrá. ¿Qué pasó esa noche? Toda jornada electoral
tiene su intrahistoria, su anecdotario, su episodio: la del domingo 26-M será recordada
por este hecho que causó, a la espera de los resultados, no poca inquietud.
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