Teresa
González
Mudos
se quedan mis ojos
cuando
flotan en el tiempo,
¡todo!
en mi soledad.
Mis
toscas manos se inmutan
ante la
fallida persecución
del
hada divina del delirio
que no
vendrá sino cuando mi voz no escuche
y de
sonajas rodeara mi corazón,
doblegando
mis pasos a su canto,
poniendo
rosas en mi mente
y un
diamante en mis palmas vacías.
Entonces,
cantara de gozo mi nostalgia
danzando
en la cárcel deliciosa de tu enigma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario