Lorenzo
de Ara
El
inútil siempre se crece en las redes sociales. No hace falta el anonimato,
aunque los perfiles falsos abundan como otrora las putas en Miraflores. El
inútil del que escribo es superlativo. Un pobre diablo que trabaja para
embellecer el rostro del partido que le paga. Todo el día está haciendo el
mismo alarde de zafiedad intelectual. O regurgita una opinión desternillante
que no se sostiene, o hace el payaso (nada costoso para él) con ostentación de
emoticonos.
Las
redes sociales se han convertido en un trampolín para gusarapos ideológicos que
viven del partido, y por el partido se desnudan enseñando a los “amigos” el
vacío más absoluto de un cráneo cual cajero automático fuera de servicio.
Los
provoco, y saltan al ruedo como ese torito bravo que sabe que han dado las
cinco de la tarde y se enfrenta a la muerte, en este caso, la muerte
sapiencial.
Se
deben al partido. Un partido que cual sangre infectada, corre por las venas.
Pero la fidelidad se sostiene si el partido encuentra un curro, si el partido
encuentra una colocación cómoda y cercana al hogar, si el partido está en el
gobierno y tiene cargos de confianza a repartir.
¿Ustedes
conocen a desgraciados así? No hablo de los pega carteles. Hablo de los
gusarapos que se desgañitan en las redes sociales aventando falacias que
mantengan asegurada la paga o el buen ánimo del concejal que ha prometido
que…ya saben ustedes.
El gran
poeta alemán Hölderlin, en el breve poema “Hombres, escribió: “En su orgullo
siempre receloso,/ el hombre se arma contra cuanto respira/ y en incesantes
luchas se consume. Así,/ la delicada flor de su paz/ no florece para él muy
largamente”.
Habla
de usted, de mí. Y nos invita a no desfallecer ante la estulticia de los peones
que el partido fabrica para amedrentar o sencillamente hacer grande la mentira.
¡Contra
ello siempre!
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