Evaristo
Fuentes Melián
Fue el
año del célebre Mayo del 68, en que algunos ilusionados--por no decir
ilusos--pensaron que iba a cambiar el Mundo (con mayúscula), los ricos serían
menos ricos en calidad y cantidad, y los pobres, menos pobres. Pero ahora, en
2018, observo estadísticas que dan
escalofríos: el 90 % de la riqueza mundial está en manos del 10% de la
población. En resumen, fue un fracaso la Revolución de Mayo del 68.
El 6 de
enero del 68, los Reyes Magos fueron abundantes como siempre. Fui con mi
familia a la nieve teideana, que días antes había caído copiosa. Paramos en el
Portillo de La Villa, cruce de la carretera dorsal (Izaña) y la de La Orotava a
Granadilla por la cumbre. Fue un día espléndido, los extranjeros tomaban el sol
en bañador en los alrededores de algunas residencias privadas y hoteleras
existentes en la zona de El Portillo.
Mi
trabajo se centraba entonces en la
topografía, dentro de la carrera de aparejador, y medí con aparato
taquímetro terrenos en el Puerto de la Cruz, para llevar a cabo urbanizaciones
y edificios de apartamentos. Por ejemplo, en San Fernando, sector urbano de las
afueras de la Ciudad pionera del turismo en Canarias.
El 28
de enero del 68, hubo baloncesto de primera categoría nacional en Santa Cruz.
El RC Náutico, en su cancha de la avenida de Anaga, venció al Vallerhemoso (no
de La Gomera, sino de un sector urbano de Madrid) por 65-43.
En
febrero, en mi trabajo laboral estuve midiendo el replanteo de un hotel de ocho
alturas en la zona de Las Cabezas portuense; el propietario era un hombre que
había hecho dinero en Venezuela, era muy campechano, muy alegre, agradable en el trato y confiaba
en la dirección técnica de la obra de su vida, invirtiendo lo que había ganado
en la Octava Isla con el sudor de su frente y del de su hoy viuda, que aún anda tranquila y
sosegada por las calles de la Ciudad.
Otro
día seguiré con febrero del 68.
Espectador
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