Lorenzo
de Ara
Hace
poco más de un mes, en Gente Radio, un concejal de la oposición en el Puerto de
la Cruz, tras finalizar una entrevista, aseguró que yo no tenía ningún tirón en
las redes sociales, porque era claro que mis comentarios recibían pocos
(cosecha propia) emoticonos, signos de satisfacción, o simples comentarios a
favor o en contra. Y tenía razón entonces, y la tiene hoy. No soy una estrella
de las redes sociales. También es verdad que no siento por ello una especial
quemazón existencial. Sin embargo, el concejal, que triunfa en bodas y todo
tipo de saraos o masajes populares, también en Facebook ostenta la verdad en
esta cuestión. Supongo, pues, que está llamado a realizar grandes cosas en el
futuro más inmediato de la política local. ¿A través del Facebook?
Otro
dirigente norteño, que recuerda a Platero, si Platero en vez de burro y bonito
fuese un verraco cabroncete y sucio, ha buscado entretenerse durante parte de
este mes estival con afirmaciones (bombas fétidas) en la citada red social. Me
he convertido en su Sebastián, y él, que no es el Greco, sino un opinante de
brocha gorda, me martiriza con el peso muerto de su encefalograma plano.
Y eso
que no soy, gracias a Dios, estrella en Facebook.
Entonces,
me pregunto, ¿para qué sirve Facebook?
Noam
Chomsky, la voz de la izquierda intelectual en EEUU, pone en duda lo que
Internet y las redes sociales han construido en las sociedades contemporáneas.
Habla de una falsa idea de amistad, superficial y limitada.
Por su
parte, Umberto Eco afirmaba que Internet creaba una falsa sensación de
acompañamiento.
Sin
embargo, para Pierre Levi, Facebook, o sea Internet, está ahí para favorecer la
“interacción”. Incluso nos ayuda a tener más conocimiento sobre el mundo que
nos rodea. Favorece en todos los sentidos la inteligencia de los “navegantes”.
A mí,
lo he repetido muchas veces, no me gusta Facebook, pero estoy en él. ¿Por
obligación? Entiendo que cuando estoy trabajando, es casi una obligación tener
abierta la red, ya que pretendo dar mayor resonancia al trabajo diario en el
medio de comunicación que me paga. Si por mí fuera, naturalmente, cerraría la
cuenta.
El
concejal de la oposición portuense (estrella del Facebook) y el dirigente
político que vomita tonterías, son parte de un universo lleno de agujeros
negros.
Todos,
al fin y al cabo, amigos y detractores, usamos Facebook como la gran puta que
es. Con Facebook nos creernos por un instante que no estamos solos. Que somos
queridos, admirados. Que tenemos más amigos que nadie. Cuando la realidad es
mucho más dura.
“Estoy
solo y no hay nadie en el espejo”, decía mi admirado Jorge Luis Borges.
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