Isabel
Miranda De Robles
Nunca
me digas adiós,
vete
cuando juzgues prudente hacerlo,
pero
que no quede esa palabra
en
medio de los dos.
Me
quedo con el saludo
que dio
principio a todo
y con
las tantas otras palabras
que me
ayudaron
a
construir una fortaleza
en mi
corazón.
Es tan
fuerte que estoy segura
huracán
ni tormenta alguna
que
puedan derribarla;
pero si
me dices adiós,
se la
habrá de tragar la tierra
hasta
hacerla desaparecer,
y me
comerá a mí dentro de ella.
No me
digas adiós,
pero
vete si quieres,
no hay
razón para detenerte.
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