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viernes, 4 de septiembre de 2020

FRAY ALONSO DE ESPINOSA, ENTRE EL ROSARIO Y LA VIRGEN DE CANDELARIA

José Melchor Hernández Castilla.

Fray Alonso Espinosa (1543-1602) es bautizado en Alcalá de Henares el 17 de mayo de 1543. Sus padres son Francisco Ortiz de Espinosa, platero, y su madre María Treviño. En 1550, con apenas 7 años, en compañía de sus padres y de su única hermana, María Espinosa, viaja a Guatemala. Hace estudios de retórica y gramática con un maestro de niños llamado Pedrosa. 

En 1564, entra en la orden dominica, en el Convento de Guatemala, donde estudia Artes y Teología durante 7 años, desde 1564 a 1571 aproximadamente. Su profesor de Artes es Fray Alonso Ximénez, y en Teología Fray Tomás de Victoria y Fray Juan de Castro, éste último obispo de Vera Paz. Además, en el convento dominico, se impregna de las enseñanzas del obispo de Chiapas, el dominico fray Bartolomé de Las Casas (1474-1566). La orden dominica en Guatemala adopta la doctrina del Protector de los Indios. A partir de 1573, Fray Alonso de Espinosa es clérigo de misa durante 8 años y encargado por el arzobispo inquisidor de Méjico para corregir algunos libros para imprimir. Alrededor de 1579, llega a la Península Ibérica, a San Lúcar de Barrameda (Cádiz), donde se halla durante 6 meses, para luego embarcarse hacia Canarias.

Fray Alonso de Espinosa llega a Tenerife en 1580, aunque documentalmente no aparece hasta 1582, en la peste de Landres que asola San Cristóbal de La Laguna durante 2 años. El 18 de julio de 1583, el convento de Santo Domingo de San Cristóbal de La Laguna solicita ayuda a su Majestad mediante el escribano Juan Núñez Jaimes, en la que consta la firma del fraile: “muy pobre e necesitado; e por razón de la enfermedad de contagio que a ávido en esta ciudad de quinze meses a esta parte, este convento e frayles del acudieron a las necesidades de los enfermos que estavan en la enfermería, confesando a los enfermos e ayudándoles a bien morir e consolándolos en sus travajos; e por esta causa murieron diez o doze frayles del dicho convento e se les quemó la ropa que tenían, por manera que con esto e otras cosas que an susedido, sin otros enfermos que quedaron, este dicho convento queda muy pobre y necesitado”. En esta situación, es el único fraile habilitado en la orden “como testigo de vista y en quien todo descargó, por haber quedado solo en ella, a la administración de los sacramentos” (Fray Alonso de Espinosa, 1594). A partir de junio de 1584, ya no consta su presencia en el Convento de Santo Domingo lagunero, apareciendo de nuevo el 22 de abril de 1588. Durante este tiempo, en 1585, se halla en La Palma, donde asiste a la erupción del volcán que estalla y que se ha identifica como Tacande. Entre 1585 y 1587, es cura de la iglesia de San Juan de Arucas. El 30 de abril de 1588, se encuentra en la Parroquia de la Concepción de La Orotava. Ese año o el siguiente, pasa a residir en el convento de dominicos de Candelaria como predicador.

 

Fray Alonso de Espinosa “era hombre bullicioso, le gustaba cambiar frecuentemente de sitio y enterarse de todo por donde pasaba... Durante su estancia en Gran Canaria, de septiembre de 1590, el fraile había visto a Velasco en las cárceles de la Inquisición; y al volver a Tenerife, lo había contado con demasiada libertad, insinuando además, con imperdonable ligereza, que él mismo había sido el autor de aquella detención y que estaba comisionado para investigar sobre la conducta del preso” (Alejandro Cioranescu, 1967).  Bartolomé de Carminatis, familiar del Santo Oficio, delata el 20 de octubre de 1590 a Fray Alonso de Espinosa, escribiendo a la Inquisición de Las Palmas: “un frai Alonso de Espinosa, publicando que el capitán Hernando Velasco quedaba prezo en esa sancta Inquizición y que él venía a hazer informaciones contra el dicho Hernando Velasco”. El 11 de febrero de 1592, Espinosa declara: “hasta agora, después de la isla de Tenerife vine a ésta (Gran Canaria) por mandado de Vuestra Señoría, e estado en la prisión que por V.S. me fue señalada”. E informa que había compuesto “un libro de los milagros y excelencias de Nuestra Señora de Candelaria”, y que se le liberase para “informar de personas de esta ciudad y otras cosas que convienen, para que se pueda imprimir su trabajo”. El 12 de mayo de 1592, Fray Alonso de Espinosa es condenado a ser reprendido en la sala de audiencia, y es cumplido sin sentencia. La Obra “Del origen y milagros de la Santa imagen de nuestra Señora de Candelaria, que apareció en la Isla de Tenerife, con la descripción de esta Isla”, se imprime en Sevilla en 1594. Fray Alonso de Espinosa fallece en 1602 (Cioranescu, Alejandro, 1967. “Historia de Nuestra Señora de Candelaria”. Goya Ediciones. Páginas IX-XXI).

“La difusión del culto a Nuestra Señora del Rosario se inicia en el Valle de La Orotava desde los primeros años del siglo XVI. Así, la naciente Parroquia de la Concepción del Realejo Bajo incorpora en su repertorio de devociones a Nuestra Señora del Rosario alrededor de 1557, bajo el impulso de la Casa de Castro. Dicha familia adquiere la imagen, y la dota de capilla y retablo. Hay que esperar hasta 1590 para la fundación de la cofradía, con un claro apoyo de la parte de la orden dominica, quien, en la figura de Fray Alonso de Espinosa, aparece representada en el acta fundacional. El fraile dominico, Fray Alonso de Espinosa, natural de Alcalá de Henares, está presente en Tenerife desde 1580, y a partir de 1589 reside en la comunidad de su orden en Candelaria, de la que es predicador. En 1594, se imprime en Sevilla la obra del citado fraile “De la aparición y milagros de la Santa Imagen de Nuestra Señora de Candelaria”; la misma es uno de los documentos más apreciados de la historia de Tenerife, en relación a las antiguas costumbres de sus primitivos habitantes. El 6 de mayo de 1590, Fray Alonso de Espinosa junto a una treintena de vecinos del Realejo Bajo funda La Cofradía de Nuestra Señora del Rosario en la Parroquia de Nuestra Señora de la Concepción del Realejo Bajo. La Cofradía nace por la voluntad de la propia Orden de Predicadores de los Dominicos, pues en el Libro Primero de la misma se hace constar que “es condición que todos los años sean obligados los mayordomos a llevar el libro de los cofrades... y reciben al convento de Santo Domingo de La Laguna o al más cercano que abide de dicha orden...”;  las cláusulas especifican “que todos los años sean obligados... a traer un predicador de dicha orden de Santo Domingo para que predique la función del Rosario...” Y la predicación acontecerá “en los lugares donde no huviere convento de la Orden...; debido a que los frailes dominicos cuentan con personas benefactoras para el sustento espiritual y económico de la Cofradía del Rosario” (Rodríguez Cabrera, Germán F.; Hernández Castilla, José Melchor, 26/4/2015. “La Cofradía de Nuestra Señora del Rosario, en Los Realejos, cumple 425 años”. LA PRENSA en el Periódico EL DIA).

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