Rosario
Valcácer
El
paisaje natural es un factor determinante de nuestro carácter, da forma a
nuestra personalidad y nos cobija.
Y es en
ese escenario donde se mueve Arsenio Morales, artista sensible a los temas de
la vida cotidiana y un pintor con experiencia y pulcritud, es también un gran
observador al que le atrae su entorno tanto que, algunos días, junto con Made,
su esposa, transita el silencio de los campos y las sombras de los pinares. Se
hunde en el mantillo, entre el musgo y el rumor de la hojarasca, en ese aire
carnoso, dulce como el cloroformo, en esa niebla del atardecer y en ese tiempo
que parece no existir. Entonces en esa calma descubre la piel de la tierra, la
siente y la pinta con tal soltura que se desdibuja la línea entre la realidad y
la imaginación.
Llama
la atención en sus cuadros el estilo que perfecciona día a día, la relativa
abundancia del color verde en su paleta, cómo se adentra en la oscuridad, en
los manchones de sombra proyectada por los árboles, por unos árboles que
algunas veces son frondosos otros deshojados o alineados como llamas o inclinados
pesadamente.
Nos
ofrece paisajes; caseríos o marinas repletos de oleadas de energía. Le interesa
el sentido constructivo que impone la propia naturaleza. Le atañen los secretos
de la naturaleza como a nadie, y quizás porque sabe que guarda una secreta
significación, reviste de hermosura cada escenario que contempla. Celebra la
belleza sencilla, la naturalidad no forzada, el elocuente vestido de las
Cumbres: Montañas misteriosas, cielos y nubes que parecen ejercer danzas. Nos
brinda toda la desnudez de los verdes, de una naturaleza gozosa y explosiva que
realiza en óleos ejecutados con la técnica de empaste a base de espátula.
Una
exposición de gran madurez con un estilo post impresionista. Una pintura que se
caracteriza por su gran atención al detalle, al colorido empleado que es
absolutamente rea, vivo. Resalta la luz que impregnan las matas, las
salpicaduras de las florecillas, las brillantes tonalidades del forraje, el
cultivo, las casitas en medio de parajes naturales, todo eso en una muestra en
la que el artista participa del mismo acto de la creación y, quizás porque
confía en el paisaje, elabora el lienzo, jugando con la luz y la bruma que se
alza, con los detalles de la vegetación, la tierra, el mar, como la obra del
Tablado del municipio de Garafía. Una obra que se desarrolla en diferentes
planos de tierra, con sus bancales y caseríos, el océano, el horizonte y el
cielo que estructuran la composición.
Nos entrega también el pintor collages;
creaciones realizadas con cartulinas de diferentes colores y una técnica tan
bien entrelazada que consigue sumergirnos por los vericuetos de la
fantasía.
Morales,
licenciado en Bellas Artes por la Universidad de La Laguna, ha alternado, hasta
hace unos días, la docencia como profesor de dibujo con el trabajo vivencial
del mundo pictórico. Compone carteles, portadas e ilustraciones interiores de
libros como “Los reinos del olvido” de
Ana María Samblas. “Canta o Medita” de José Viña, “Himno a la vida” de Rosario
Valcárcel y “Ah de la nave” de M Poggio, F Martín y A. Lorenzo.
Arsenio
es una persona generosa, amigo de sus amigos y ha querido crear en esta
exposición, en nombre de la belleza, la metáfora entre artes, enmarcar la
relación entre pintura y poesía, establecer puntos de encuentro con otros
creadores, ir de la imagen a la palabra, y para ello convoca a casi una
veintena de poetas, los deja solos con un lienzo, con objeto de que puedan
detener sus ojos, sentir y compartir confidencias con la obra, margullar en esa
presencia pictórica y encontrar otra segunda existencia: el poema. Los poetas
con gran rigor lo han conseguido, con una poesía repleta de la musicalidad y el
ritmo propio de la lírica y su paralelismo con el cuadro.
Paisajes
visitados es toda una muestra de gran madurez, por lo que ver la obra de
Arsenio Morales es recrearnos en los
escenarios de la isla de La Palma, así como en otros inspirados en la ruta
portuguesa del Camino de Santiago. Es comprender que aún existe un paisaje de
inocencia paradisíaca, es comprender que es posible escapar del mundo, dejarse
arrasar por el destino y gozar y gozar de un contento eterno.
Una
exposición que pueden ver en el Espacio Cultural La Real 21, en Los LLanos de
Aridane, La Palma, hasta el día 27 de septiembre 2018
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