Juan
Antonio Gómez Jerez
“Escribir
es recordar, pero leer también es recordar” (François
Mauriac) “Los
que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo” (Jorge
Santayana)
Los
recuerdos que no queremos que permanezcan en nuestro pensamiento, pueden
convertirse en un sobrepeso demasiado doloroso como para no expresarlos. Es una
acción como la de vomitar lo malo que llevamos dentro y queremos que salga, y
en algún momento de nuestras vidas tienen que salir.
“CASI
NO TE RECUERDO”
Casi no
te recuerdo, debe
ser, que ya me queda menos tiempo almacenado en esta
caja de zapatos, donde
aún guardo algunas fotos tuyas que ya no quiero.
Casi no
te recuerdo, y ya no
siento aquel miedo que recorría mi cuerpo al no
sentir cada día, ni un sólo beso.
Todo se
fue contigo, incluido el misterio, casi
sin despediste y como
siempre, te fuiste dejándolo todo tirado por el suelo.
Mis
lágrimas cansadas no pudieron bajar
por las
escaleras que dejaste
con los
peldaños ajados y polvorientos,
y este
dolor que has abierto,
he
tenido que encargarme yo de calmarlo,
de
limpiarlo,
de
entenderlo,
y de
cerrar la herida, con una sutura de acero.
Casi no
te recuerdo,
ni
siquiera, te echo de menos,
no he
querido sentir tus pasos,
no he
querido oír más truenos.
Y he
querido no quererte más,
y por
más ahínco que pongo, no puedo.
Casi no
te recuerdo,
porque
nunca me enseñaste a bailar,
porque
nunca me sacaste al parque,
porque
nunca me llevaste al colegio,
y es
que arañaste mi piel y arrancaste el corazón de mi pecho.
Pensaste,
que podías cogerme como un muñeco de trapo
y
devorarme en tu propio fuego.
No.
Casi no
te recuerdo.
Esta pena que se fue acumulando
a lo
largo de este tiempo,
la fui
lavando con lejía para desincrustar de mi piel tus dedos.
No.
No
quiero y no quiero…
Me
dicen que te perdone,
que te
recuerde bien,
que
todo esto ya pasó.
Pero…
no.
No
quiero y no quiero…
Si
quiere, que te perdone Dios,
porque
yo, ya no puedo.
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