Cristina
Tavío. Vicepresidenta Segunda del Parlamento de Canarias
Algo
más de 100 días es el tiempo que Pedro Sánchez lleva instalado en La Moncloa.
Algo más de tres meses donde no han faltado las improvisaciones, las
contradicciones y errores, y alguna que otra polémica, que al final evidencian
lo que muchos pensábamos antes de la moción de censura: alcanzar el poder es
una cosa, y otra distinta es gobernar sin tener apoyos tanto en las urnas como
en el arco parlamentario.
Y
ocurre que se promete más consenso y más diálogo – cuando no convocatoria de
elecciones- y se acaba dando bandazos, aceptando las directrices de otros
grupos y dirigiendo España a golpe de decretos ley.
Tanto
los medios de comunicación como parte de la sociedad no esconden la gravedad del
desgobierno del PSOE de Pedro Sánchez. Ya es consciente de que 84 escaños no
dan para mucho y de que los apoyos que consiguió para llegar a ser presidente
no fueron un cheque en blanco. Así que lo único que le queda es resistir en el
cargo y comenzar su campaña electoral.
Empezó
colocando a todos sus afines al frente de empresas públicas, incluso a su mujer
que afirmó que dejaría su empleo para evitar conflicto de intereses se le creó
un puesto ad hoc que muchos han cuestionado, incluso un antiguo profesor del
Instituto de Empresa (IE Business School) qué se pregunta qué proceso de
selección se ha llevado a cabo para ocupar este cargo y qué méritos aporta
Begoña Gómez que no puedan acreditar otros aspirantes.
Por no
hablar del incremento de ministerios con respecto a Rajoy, pasando de 13 a 17,
lo que significa que el Ejecutivo socialista nos costará casi un 40 por ciento
más en sueldos. O de sus gustos por los viajes en aviones o helicópteros del
Estado o su colección de fotografías, con gafas de sol incluidas.
Pero
hay más: ha habido dimisiones y ceses, falta de coordinación en los ministerios
y rectificaciones en algunas decisiones que han protagonizado algunas polémicas
como la tramitación de un sindicato de trabajadoras sexuales, el anuncio del
impuesto al diesel o la crisis migratoria.
Este
Gobierno ha hecho de la rectificación su seña de identidad. Cada vez que dice
algo hace lo contrario. Lo vimos con el tema de la defensa del Juez Llarena,
con la venta de armas a Arabia Saudí o con la renovación de Radio Televisión
Española (RTVE), que parece que ha terminado siendo una cesión a Pablo
Iglesias.
A Pedro
Sánchez le está costando gobernar y hay muchos que están aprovechando la
situación. Así, el presidente exiliado de Cataluña, Carlos Puigdemont, intenta
marcar los ritmos políticos y ya ha conseguido que se ponga sobre la mesa la
opción de autorizar un referéndum de autogobierno.
Y Pablo
Iglesias, amén de conseguir controlar y hacer cambios en RTVE, ha logrado que
el socialista anuncie la eliminación del veto del Senado, un impuesto a la
banca o una subida fiscal. Las concesiones económicas a Podemos en un momento
donde ya hay indicadores de desaceleración no son nada halagüeñas.
Mientras
tanto, hemos tenido el peor agosto en cuanto a datos del paro, la luz ha
marcado su precio máximo histórico y las promesas “estrellas” del presidente
siguen sin llegar. Por no hablar de la Agenda Canaria que ha quedado también en
el olvido. Pero ya dedicaremos un artículo para hablar de los temas importantes
para nuestras Islas, que han pasado de ser un asunto de Estado a ser un lugar
de vacaciones.
Estos
100 días dejan claro que Pedro Sánchez, mal que nos pese, prefiere seguir con
el “no es no”. No a la subida del salario mínimo, no a la reforma laboral y no
al diálogo y al consenso.
Sólo
espero que algunos de los errores cometidos no tengan más consecuencia que lo
ya conocido por todos. Confío en que el presidente marque bien las prioridades
por el bien de España y de los españoles.
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