Teresa
González
En
constante y sordo tintinear
se
despliegan lentos mis pensamientos
en esa
remolina de despacios
hilos
cristalinos cual diamantes.
Muere
ahí. La corriente arrebata
ese
tesoro y lo hace suyo,
lo
sepulta y me ve con orgullo
por lo
que sabe más y no lo canta.
Me rizó
la niña de mis ojos,
los
peces me carcomieron los pies,
el
viento me arrebató los cabellos
que
yacían tristes y lúgubres
por la
fiebre de antaños,
y tu me
viste con Amor otra vez.
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