Lorenzo
de Ara
Ya no
queda tiempo. Vaya por delante. Los despistados, los engreídos, los ignorantes,
que sepan que el tiempo se terminó. Los errores en comunicación del PP en el
Puerto de la Cruz se pagarán el 26 de mayo de 2019. Y cuando afirmo que se
cobrarán un alto precio quiero decir que dolerá comprobar que una herramienta
fundamental se ha dejado al albur de amiguetes, ocurrencias y paparruchas
nacidas a golpe de teclado.
No
vayan ustedes, depredadores, en busca de la cabeza del más débil. El eslabón
que siempre ha ocupado el lugar más incómodo y ciertamente irrespirable,
admitiendo, eso sí, que, al decidir ocupar el cargo, algo de responsabilidad
tiene.
Aquí la
asunción recae en el jefe. En el patrón. En el capitán. En el hombre que por sí
solo debería asumir hace tiempo que la política de comunicación del PP
portuense puede resumirse de esta manera: ciencia ficción.
Se ha
echado en falta una orden unívoca que desde el comienzo del mandato dejase muy
claro el camino a seguir, las líneas maestras por las que guiarse hasta la
conclusión de los cuatro años.
Cierto
que en un pacto con Coalición Canaria era harto difícil presagiar que esos
cuatro años se consumirían al cien por cien. Hemos visto el resquebrajamiento
de CC. Sin anestesia. Y el PP, mientras tanto, fallando estrepitosamente en el
contacto vecinal, en la propagación de los beneficios para la ciudad en medios
de comunicación fiables (no comprados).
¿El
Cabildo ha superado al PP del Puerto de la Cruz en ese objetivo? Naturalmente.
Ha ganado por goleada. ¿Podía el PP, con sus escasos medios, cantar victoria en
esta partida? Sí. Rotundamente sí.
Pero ha
habido miedo. Mejor estar en segundo plano y renunciar al protagonismo, que
enfadar al que pone el dinero, como si el poderoso ayudase a sabiendas de que
en la ayuda entraba la rendición del Gobierno del Puerto de la Cruz.
¡Cuánto
debe la Isla a la ciudad!
El
alcalde es el responsable del fracaso en un área que además de estar huérfana,
ha evidenciado lentos reflejos. Se ha actuado con el automático puesto. Y repito,
el currante hace lo que puede, pero sometido constantemente al capricho, cuando
no al desaire, y sufriendo lo que en la calle se acepta como un mal que otros
gobiernos deberían erradicar: el amiguismo como trampolín para poner el culo a
buen recaudo.
A menos
de 8 meses para la llamada a las urnas, el cambio no pasa por quitar y poner a
otra persona, por aumentar el número de profesionales. El cambio a mejor (que
no garantiza en absoluto que el vecino vea al PP como partido cercano y
hablando el mismo idioma) pasa inexorablemente por que tome las riendas el
alcalde, centrándose un par de días (cuando Asier Antona y Manuel Domínguez le
dejen un segundo) en ejecutar un plan de actuación que, por lo menos evite el
desastre.
Nunca
el Psoe en el Puerto de la Cruz lo tuvo tan a huevo. Nunca la izquierda extrema
recibió la oportunidad de consolidarse en la oposición como una novia con mando
en plaza.
Nunca
antes en el Puerto de la Cruz un alcalde había tenido menos protagonismo en el
área de comunicación.
Lope
Afonso aprueba de largo al frente del ayuntamiento, pero es obvio que no llega
al sobresaliente porque ha hecho dejación de funciones en un puesto que no
admite improvisar.
Porque
un Gobierno mudo ante el vecino es una perfecta oposición para el futuro.
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