Agustín Armas Hernández.
En articulitos míos anteriores dedicados al Puerto de
la Cruz con motivo de sus fiestas patronales, recopilé a vista de águila
algunos datos de su historia. De entre ellas destaqué el fundacional, su medio
de subsistencia —en otros tiempos— el hotelero —desde sus comienzos— y el
cultural. Haciendo también mención a algunos de sus hijos más ilustres y a
otros que con su intelecto y buen hacer en lo urbanístico y turístico lo
hicieron grande.
Porque soy ranillero y mis progenitores (qepd) fueron
pescador y pescadera, seré siempre contrario a todo lo que conduzca al
deterioro de la costa y naturaleza marina. Ya sea construyendo edificios a la
orilla del mar o vertiendo al mismo residuos tóxicos que puedan dañar su flora
y fauna. De ahí mi ironía al aludir en uno de estos articuli-tos citados
anteriormente y concerniente a las piscinas y Lago Martiánez, que sobre aquel
prodigioso bajío se ubicaron y de la que de tal conducta discrepo.
Pero, lo que es
la vida!, hubo un tiempo en que el ser y sentir ranillero —para algunos— era
una vergüenza. Pero ahora resulta que estos pudorosos portuenses tanto del
mismo barrio como los del otro lado de la ciudad, se declaran —bien sea a
trovés de los periódicos o por la dialéctica que sale de sus labios— como
ranillero de toda la vida. No obstante lo dicho y hecho, tenemos que reconocer
que el Puerto de la Cruz dejó de ser pueblo pequeño, para convertirse en gran
ciudad. Y... ¿quién lo hizo grande? varios fueron los personajes que lo
engrandecieron, y que mucho batallaron hasta lograrlo. Pero el Puerto de la
Cruz, no siempre ha sabido corresponder a estos sus hijos como merecen, se
entiende de los ya fenecidos. Tuvieron que ser un grupo de agradecidos
portuenses los que, por mediación de una suscripción pública lograron erigir el
busto de uno de estos hijos predilectos en la avenida de Colon (playa de
Mar-tianez). Me hago —desde estas mismas páginas— emisor y eco de la voz de mi
querido amigo Melecio Hernández Pérez al reivindicar para un querido e ilustre
portuense, concretamente para D. Antonio Ruiz Álvarez, el nombre de una Calle.
Pudiendo ser también en cualquiera de los recoletos rincones de nuestro Puerto
de la Cruz de los que el tanto resaltaba en las tertulias con los amigos, o a
troves de sus escritos periodísticos. Al Sr. Ruiz Álvarez se debe la erección
en el Puerto de la Cruz del Insti-tuto de Estudios Hispánicos de Canarias
(IEHC) centro de cultura desde entonces.
Pero el motivo de este escrito no es otro que traer a
estas páginas a otro loable y querido conciudadano, también fallecido y como el
anterior igualmente olvidado. Se trata del doctor en medicina don José Pérez
Trujillo (1895-1968). Y digo olvidados, no por los ciudadanos que los querían muchísimo y siempre los tienen en mente y
corazón, sino más bien por los llamados —como queda dicho— a perpetuar sus
nombres en lapidas y monumentos, para que sirvan de perpetuo recuerdo y ejemplo
del bien y del buen hacer a las generaciones presentes y venideras. Pues sí, el
Puerto de la Cruz no comenzó su andadura con el boom turístico de los años 60,
sino que empezó a caminar mucho antes, y en ese lapso de tiempo anterior,
produjo también a grandes personajes. Como por ejemplo, al Doctor D. José Pérez
Trujillo, medico que fuera muy apreciado y querido por lo generoso de su
corazón y acertado de su medicina. Veámos algo de su vida y de so obra: afloró
del vientre de su madre en el Puerto de la Cruz el 11 de agosto de 1895. Fue
estudiante brillante, destacándose del común de los compañeros, hasta tal punto
que logró en varias ocasiones hacer dos años, de estudios, en uno solo. Cursó
la carrera de Medicina en Cádiz con la promoción de 1913 a 1920. Desde este
ultimo año en que consiguió su licenciatura como médico, hasta el 22 de julio
de 1936 en que fue encarcelado por ideales políticos, ejerció su profesión en
su pueblo natal, el Puerto de la Cruz. Salió de la deprimente prisión el 22 de
febrero de 1939, hasta el 1 de diciembre de 1968 en que paso a mejor vida,
siguió ejerciendo su misma profesión atendiendo cariñosamente a sus queridos
enfermos. Mas, ya no en el Puerto de la Cruz, de sus amores, sino que se vio
obligado a instalarse en la capital, Santa Cruz de Tenerife. Donde también
acudía la clientela de Puerto de la Cruz. Allí llegaron a quererlo tanto como
en el Puerto; hasta tal punto, que, adelantándose a su ciudad natal, le
erigieron un monumento con su busto en un entrañable rincón capitalino.
El ilustre doctor contrajo matrimonio con doña María
Luz Pestana en la Parroquia de la Peña de Francia el 17 de octubre de 1923. De
la apreciada pareja surgieron cinco brotes, a saber: Carmen Maruja, María
Mercedes, Salvador, María Dolores y José; este último ya fenecido. Salvador
sigue la profesión de su padre y, al parecer, imita sus virtudes. Como estas
páginas son limitadas, sólo contaré una de tantas anécdotas relacionadas con dicho
galeno.
Al consultorio de don José acudían muchos pacientes,
unos adinerados, otros no tanto, pero a los más que apreciaba y tenía en estima
era a los humildes pescadores de la Ranilla. Uno de aquellos días fue a la
consulta un conocido pescador, que era
muy popular y simpático; no más abrir el doctor la puerta le dice: Don
José, <<la may está mala>>; sabedor el galeno de lo que quería
decirle le responde: y le tú << ¿qué mar tienes?». Después de explorarlo
y darle los brebajes se acerca don José al ventanal, desde donde se veía mar, mientras el marino dice: ¿que le
debo D. José? Vuélvese el humanitario galeno y le replica: (es verdad el mar
esta alterado, ¡vete con Dios!.
Dicen que para ser médico, hace falta, como para ser
sacerdote, una verdadera vocación. El doctor Pérez Trujillo la tenía. ¡Que
tengamos otros muchos emuladores de los antiguos médicos Hipócrates y Galeno!
P. D.: me comunican, y me alegra mucho saberlo,
que, el portuense D. Antonio Ruiz
Álvarez ya tiene una calle que lleva su nombre. Sin embargo todavía no la hay
del Prestigioso y humanitario doctor en medicina D José
Pérez Trujillo. ¡Este olvido no tiene perdón! ¿Para cuándo ese nombre en el
callejero Portuense? ¡Esperemos sea pronto!
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