Isidoro Sánchez García
Cuando era
chico mi padre me indicaba que los Reyes Magos venían del Oriente hasta el
valle de La Orotava entrando por la cumbre. De manera concreta, por las laderas
de Tigaiga, hasta el punto que en los prolegómenos de la Epifania me asomaba a
la ventana de la casa familiar para enseñarme la fila de camellos que venían
por el filo de la Piedra de Los Pastores según se mira para el Teide desde el
corazón de la Villa orotavense. Aunque a los Reyes no se les distinguía bien
había que esperar a la Cabalgata del día 5 de enero, al entrar por san
Francisco y bajar hasta la plaza de la Constitución, para saludarles y
entregarles una carta.
Isidoro Sánchez García con el traje de Rey Baltasar. Foto/Efemérides
Una de las
veces, ya siendo mayor, tuve que sustituir a Baltasar por cuanto se había
enfermado y pude conocer a Melchor y Gaspar y así adquirí confianza con ellos
para pedirle unos regalitos culturales para la Villa. Ahora, cuando uno está a
punto de cumplir años, a finales de enero, les escribí una carta que tenía
ganas de redactar. Se refería a una petición que guardaba desde que fui a Cuba
en 1986 con el amigo Isaac Valencia, cuando éramos ediles en el consistorio de
La Orotava, él como Alcalde y profesor de carpintería en la escuela de
Aparejadores de la ULL. Es el diseño en La Orotava de un Museo de Arquitectura
local parecido al que visitamos entonces en Trinidad, donde se cultivaba caña
de azúcar, donde estuvo el naturalista prusiano Alejandro de Humboldt pocos
años después de conocer La Orotava en junio de 1799, donde hay una playa que se
llama el Ancón y en la que hay una
ciudad que me recordó la arquitectura de nuestra Villa natal, tanto a la de
Arriba como a la de Abajo. Y que además está inscrita en el Patrimonio Mundial
por la Unesco. Recuerdo en el edificio colonial museístico las molduras y las
tablillas de los techos, los herrajes y las cerraduras, los ladrillos y las
llaves pero sobre todo los diferentes tipos de puertas, que hacían posible
conocer la historia de la ciudad a través de sus casas, aristocráticas y
proletarias. De igual manera incluí también en la petición a los monarcas de
Oriente otros museos con los que estoy un poco obsesionado: (i) el de la
Electricidad, sobre todo después de
redactar La Orotava Energética y conocer la historia de las plantas
hidroeléctricas de Hacienda Perdida y La Abejera donde tiene mucho que ver
Endesa, y (ii) el del Agua, en el que está interesado Canaragua y en especial
después de conocer el proyecto Entre Molinos que está recreando el Colectivo
Cultural la Escalera desde 2013.
Antigua central hidroeléctrica "La Abejera". La Orotava
Canal de conducción de agua entre molinos. Villa de La Orotava
Liceo de Taoro
en la Villa de La Orotava. Foto / Wikimedia Commons
No sé si los
Reyes Magos harán caso de mi petición a lo largo de los próximos años pero la carta que les he escrito si que me ha permitido soñar con la Villa de
los Museos del Atlántico, ya que no todos los municipios canarios cuentan con
la biodiversidad y variada red museística de La Orotava donde se combina el
arte efímero de las alfombras con el religioso de la Concepción o la Artesanía
Iberoamericana con la naturaleza que se desparrama desde el Parque Nacional del
Teide hasta El Rincón, con el museo etnográfico incluido, sin olvidar los
archivos de la familia Betancourt y Molina y la Biblioteca y el Archivo Municipales.
Cada año seguiré insistiendo hasta que todos ellos sean realidad pero
habrá que seguir escribiendo en el marco de una estrategia turístico-cultural.
Soñar no cuesta mucho y la utopía a veces deviene en realidad.
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