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sábado, 27 de enero de 2018

COLOMBIA: EL RIESGO ES QUE TE QUIERAS QUEDAR

Antonio-Pedro Tejera Reyes

APUNTES DE UN HERMOSO PAIS ANDINO
Para mi amigo Asdrúbal Angulo Romanovich
con el mejor de mis recuerdos
y un gran abrazo.

RECUERDOS EN LA DISTANCIA
Para nosotros escribir sobre Colombia, en caer en el baúl de los más hermosos recuerdos y las más imborrables situaciones vividas alrededor de nuestras célebres andanzas dentro de un verdadero enjambre de aventuras que no fueron soñadas, en el más puro de los sentidos, relacionados con la enseñanza del turismo.

De aquella primera incursión nuestra con un curso de turismo en nuestra Venezuela – Maturín y Barquisimeto – nace la invitación (1972) de la Corporación Nacional de Turismo de Colombia, liderada por Nicolás del Castillo Mathieu, para que recorriéramos su país mostrando todo lo que habíamos preparado para enseñar lo que era el turismo, en esa Venezuela de los años sesenta-setenta del pasado siglo. El representante en Caracas, de esa entidad colombiana se había desplazado a Barquisimeto a recibir nuestro curso impulsado, no sabemos ahora muy bien porque circunstancia. Tal fue su reconocimiento y su recomendación, que la Corporación, no dudó en ponernos todas las mejores condiciones para que informásemos a los amigos colombianos lo que nosotros sabíamos de turismo, dictándoles nuestros cursos en sus más preclaras ciudades en aquellos pasados años. Bogotá, Medellín, Cartagena de Indias, Cali y Popayán.


En el centro de la imagen, el espectacular Hotel Intercontinental Medellín, en su inmejorable situación, de los más cálidos recuerdos durante el curso de estudios turísticos, impartido por el Centro de Estudios Turísticos de Canarias, en el año 1973, organizado por la Corporación Nacional de Turismo de Colombia

Fueron días maravillosos, acompañados de ilustres profesores paisanos que desde Canarias nos desplazamos al hermano país, y completamos un tremendo recorrido que propició, el documento que guardamos como “oro en paño”, que muestra el éxito de nuestra misión.

Pero no es este singular periplo de lo que queremos tratar en este reportaje. Vamos a referirnos al envío que nos hace nuestro particular amigo Asdrúbal Angulo, un artículo de despedida del corresponsal de la BBC Mundo, en Colombia, y de la alta sensibilidad del mismo, al enjuiciar al país y a sus gentes. No tiene desperdicio. Es un documento que muestra todo un poder de observación signado por el análisis que hace de ello este periodista, con un encomiable sentido de la realidad de nuestra querida Colombia.


Una visión parcial del suntuoso Hotel Intercontinental Cali, sede de nuestros cursos de turismo   organizados por la Corporación Nacional de Turismo de Colombia en 1973.

Nos encontramos ante la visión de este experto periodista, sobre un país que nos marcó decididamente la ruta de nuestro periplo americano, y que conocemos de punta a punta, desde Santa Marta, Barranquilla y Cartagena - como dice la canción – hasta las estribaciones de Ipiales y Pasto, incluida nuestra visita en Ipiales a su espectacular Santuario de Las Lajas.

 No podemos borrar de la memoria, Medellín Cali, Popayán, Buenaventura… Bogotá y su aeropuerto El Dorado, donde un avión de la prestigiosa AVIANCA, nos brindó la oportunidad de comprobar cómo se valoraba nuestra presencia en el país, retrasando su salida para esperarnos y abriendo nuevamente sus puertas para que subiésemos a él, cuando ya estaba a punto de comenzar su rodaje para despegar hacia Cartagena. Nuestro compañero en esa ocasión, el Dr. José Luis Mederos – testigo de esta aventura - y el suscribí esto, no salíamos del asombro.


1973.  Ante la puerta del Museo del Oro, en Bogotá, recibiendo las atenciones de un Policía de Turismo, de la musicalidad de la ciudad.

COLOMBIA Y EL TURISMO
Todo en Colombia respira turismo. Un país, que, en aquellos tiempos que recordamos, ya tenía un equipo de guías de turismo oficiales - algunas de las cuales asistieron a nuestros cursos – y sorprendentemente una policía de turismo, como veremos en una gráfica en este reportaje -  algo casi inaudito en aquel entonces - que no existía en ningún país de América y que tampoco conocíamos que existiera en Europa.

Colombia ya entonces nos mostró su vocación turística, cuyos valores naturales son de una extraordinaria importancia y que los colombianos han sabido componer de forma muy acertada, como hemos visto recientemente, sin ningún género de dudas, ya que ellos acompañan a estos recursos naturales, con una alta profesionalidad, como pudimos comprobar con los directores de sus empresas turísticas, gerentes de  hoteles, sus profesionales de la enseñanza y sus mando directivos políticos y empresariales de quienes guardamos los mejores recuerdos.


El Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Las Lajas, en Ipiales, lugar de peregrinación católica, imponente construcción de estilo gótico, visitado anualmente por miles de turistas, otra de las grandes joyas turísticas de Colombia.

TURISMO Y COMPETENCIA TURÍSTICA
Desde al Río Magdalena, hasta las cúspides de Los Andes, todo en Colombia, es una sinfonía de atractivos que nos llevan hasta su gastronomía, con su ajiaco, o la sobrebarrida, como unos ejemplos de la calidad de su imaginación para componer los deliciosos platos típicos del país, a los que se une su incomparable café, el clásico “tinto” que nos acompañó en todas nuestras intervenciones en aquellos memorables cursos, y que hoy es un atractivo que ya se ofrecía gratuitamente en su aeropuertos en los años sesenta del pasado siglo.

“Colombia tiene con que” fue el reclamo publicitario de la campaña política, de un alcalde de Cali. Es una verdad soñada por otros países competidores en su proyección turística, aunque esta palabra sabemos no es acertada, pues en el turismo todo es complementario y la competencia, si bien en la superficie lo parece así,  en el fondo de su estructura, todo es un complemento, y el turismo del norte del hemisferio que viaja a América del Sur, le gustaría recorrerla toda, y si un año viene a una zona de Colombia y se sorprende y se asombra en la Catedral de la Sal, o las playas de  la Marbella cartagenera, al otro año, le gustaría ver donde Jorge Isaac situó a su “María”, o el Cali que cuenta Palacios en su “El Alférez Real”, todo esto sin nombrar el impresionante .  - no tenemos otra palabra más apropiada para catalogarlo - Museo del Oro, en Bogotá, capital Colombia – la Atenas de América - donde desde el pent-house de su edificio Tequendama, veíamos la ciudad bajo nosotros, distrayéndonos  e inspirándonos en nuestras aulas, ya que desde allí comenzábamos un recorrido que nos llevaba hasta el Valle del Aburra y su Medellín, con su Hotel Intercontinental, en aquellos tiempo ya muy famoso, y desde allí a la heroica Cartagena de Indias, para saltar, nuevamente pasando por Bogotá a esa Cali, de nuestros mejores recuerdos, y al ambiente mítico de un Popayán, que significaba la presencia y el contacto con el mundo colonial colombiano, como lo viéramos más tarde en Pasto.

No termina ahí nuestro periplo colombiano que en otra memorable ocasión nos llevara hasta Pasto, después de dirigir un curso en Cúcuta y seguir la ruta atravesando el país de un lado a otro, con parada y conferencias en Cali, y una espléndida ruta por tierra, hasta Pasto.


Cartagena de Indias, una de las joyas turísticas de Colombia, cargada de anécdotas
y vivencias, en nuestros cursos de turismo, donde incluso ofrecimos uno especial a
los policías de ciudad, en el año 1973.

LOS RECUERDOS Y VIVENCIAS DE NATALIO COSOY
“Un país enredado”, es la definición cariñosa que este corresponsal de la BBC Mundo, hace de una Colombia donde vivió treinta y tres meses y visitó más de cincuenta ciudades… Sendas, caminos, carreteras, ríos, montañas, personajes de todo tipo, entran en la descripción nostálgica que hace en su partida del país…

Ahí, tras esas enormes vidrieras ahumadas que se divisan en el piso 38 del Edificio Tequendama, en Bogotá, se impartió en el año 1073, el curso de turismo original de Centro de Estudios Turísticos de Canarias, que patrocinó la Corporación Nacional de Turismo de Colombia.

“Me voy, en cualquier caso, con el recuerdo de Colombia como un país lleno de peculiaridades maravillosas, extremas, extrañas, ridículas, sutiles, explícitas, rudas, tiernas. Un país coqueto en el que la importancia que se le da al cuidado personal y a la pulcritud es tal que hasta guerrilleros y militares se hacen las uñas. Mujeres y hombres.”

“Y, sobre todo, con el recuerdo de un país que, en medio de sus problemas, sabe disfrutar de la vida y sus placeres.”

“De hecho, no hay rincón de Colombia, ni desierto, ni selva, ni montaña, al que no llegue la música, ni la cerveza”.

“Tampoco existe excusa suficiente para decirle que no a una buena rumba y bailar, uno de los tantos buenos motivos para volver a Colombia, junto con su gente, sus paisajes y sus inagotables historias.”

“Todavía casi sin irme y ya tengo ganas de volver, volver a seguir marcando puntos azules en el mapa, a seguir entendiendo cada vez mejor el país para sentir que cada vez es más difícil contarlo.”


Hermosa estampa de inspiración colonial, en la histórica ciudad de Popayán, una auténtica reliquia de la gloriosa historia de Colombia.

EPILOGO
Una manera clara y precisa de describir a un país de América con una personalidad  propia, llena de una historia cargada de aventuras, que dan carácter a sus habitantes y que hemos tenido la suerte de conocer muy íntimamente, con lluvia, sol, frío y calor, desde las cumbres de Bogotá, hasta las llanuras del Valle del Cauca, recreándonos con nuestros inolvidables  recuerdos de nuestros permanentes contactos con decenas de amigos colombianos que han transitado por nuestros centros de enseñanzas turísticas – Guillermo, Luz Elena, Eduardo, Gonzalo, Dorin, Sandra, Luis…-  ilustrándonos con sus conocimientos y vivencias…

Algo que nos lleva a recordar, aquel sublime verso del poeta cartagenero, que lo dice todo en cuanto a nuestro sentimiento por nuestra Colombia, a la que queremos como decía el poeta, “como se quiere a unos zapatos viejos” …

Del Grupo de Expertos de la Organización Mundial del Turismo.

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