Antonio-Pedro Tejera Reyes
Para mi amigo Asdrúbal Angulo
Romanovich
con el mejor de mis recuerdos
y un gran abrazo.
RECUERDOS EN LA DISTANCIA
Para nosotros escribir sobre
Colombia, en caer en el baúl de los más hermosos recuerdos y las más
imborrables situaciones vividas alrededor de nuestras célebres andanzas dentro
de un verdadero enjambre de aventuras que no fueron soñadas, en el más puro de
los sentidos, relacionados con la enseñanza del turismo.
De aquella primera incursión
nuestra con un curso de turismo en nuestra Venezuela – Maturín y Barquisimeto –
nace la invitación (1972) de la Corporación Nacional de Turismo de Colombia,
liderada por Nicolás del Castillo Mathieu, para que recorriéramos su país
mostrando todo lo que habíamos preparado para enseñar lo que era el turismo, en
esa Venezuela de los años sesenta-setenta del pasado siglo. El representante en
Caracas, de esa entidad colombiana se había desplazado a Barquisimeto a recibir
nuestro curso impulsado, no sabemos ahora muy bien porque circunstancia. Tal
fue su reconocimiento y su recomendación, que la Corporación, no dudó en
ponernos todas las mejores condiciones para que informásemos a los amigos
colombianos lo que nosotros sabíamos de turismo, dictándoles nuestros cursos en
sus más preclaras ciudades en aquellos pasados años. Bogotá, Medellín,
Cartagena de Indias, Cali y Popayán.
En el centro de la imagen, el
espectacular Hotel Intercontinental Medellín, en su inmejorable situación, de
los más cálidos recuerdos durante el curso de estudios turísticos, impartido
por el Centro de Estudios Turísticos de Canarias, en el año 1973, organizado
por la Corporación Nacional de Turismo de Colombia
Fueron días maravillosos,
acompañados de ilustres profesores paisanos que desde Canarias nos desplazamos
al hermano país, y completamos un tremendo recorrido que propició, el documento
que guardamos como “oro en paño”, que muestra el éxito de nuestra misión.
Pero no es este singular periplo
de lo que queremos tratar en este reportaje. Vamos a referirnos al envío que
nos hace nuestro particular amigo Asdrúbal Angulo, un artículo de despedida del
corresponsal de la BBC Mundo, en Colombia, y de la alta sensibilidad del mismo,
al enjuiciar al país y a sus gentes. No tiene desperdicio. Es un documento que
muestra todo un poder de observación signado por el análisis que hace de ello
este periodista, con un encomiable sentido de la realidad de nuestra querida
Colombia.
Una visión parcial del suntuoso
Hotel Intercontinental Cali, sede de nuestros cursos de turismo organizados por la Corporación Nacional de
Turismo de Colombia en 1973.
Nos encontramos ante la visión de
este experto periodista, sobre un país que nos marcó decididamente la ruta de
nuestro periplo americano, y que conocemos de punta a punta, desde Santa Marta,
Barranquilla y Cartagena - como dice la canción – hasta las estribaciones de
Ipiales y Pasto, incluida nuestra visita en Ipiales a su espectacular Santuario
de Las Lajas.
No podemos borrar de la memoria, Medellín
Cali, Popayán, Buenaventura… Bogotá y su aeropuerto El Dorado, donde un avión
de la prestigiosa AVIANCA, nos brindó la oportunidad de comprobar cómo se
valoraba nuestra presencia en el país, retrasando su salida para esperarnos y
abriendo nuevamente sus puertas para que subiésemos a él, cuando ya estaba a
punto de comenzar su rodaje para despegar hacia Cartagena. Nuestro compañero en
esa ocasión, el Dr. José Luis Mederos – testigo de esta aventura - y el
suscribí esto, no salíamos del asombro.
1973. Ante la puerta del Museo del Oro, en Bogotá,
recibiendo las atenciones de un Policía de
Turismo, de la musicalidad de la ciudad.
COLOMBIA Y EL TURISMO
Todo en Colombia respira turismo.
Un país, que, en aquellos tiempos que recordamos, ya tenía un equipo de guías
de turismo oficiales - algunas de las cuales asistieron a nuestros cursos – y
sorprendentemente una policía de turismo, como veremos en una gráfica en este
reportaje - algo casi inaudito en aquel
entonces - que no existía en ningún país de América y que tampoco conocíamos
que existiera en Europa.
Colombia ya entonces nos mostró
su vocación turística, cuyos valores naturales son de una extraordinaria
importancia y que los colombianos han sabido componer de forma muy acertada,
como hemos visto recientemente, sin ningún género de dudas, ya que ellos
acompañan a estos recursos naturales, con una alta profesionalidad, como
pudimos comprobar con los directores de sus empresas turísticas, gerentes
de hoteles, sus profesionales de la
enseñanza y sus mando directivos políticos y empresariales de quienes guardamos
los mejores recuerdos.
El Santuario de Nuestra Señora
del Rosario de Las Lajas, en Ipiales, lugar de peregrinación católica,
imponente construcción de estilo gótico, visitado anualmente por miles de turistas,
otra de las grandes joyas turísticas de Colombia.
TURISMO Y COMPETENCIA TURÍSTICA
Desde al Río Magdalena, hasta las
cúspides de Los Andes, todo en Colombia, es una sinfonía de atractivos que nos
llevan hasta su gastronomía, con su ajiaco, o la sobrebarrida, como unos ejemplos
de la calidad de su imaginación para componer los deliciosos platos típicos del
país, a los que se une su incomparable café, el clásico “tinto” que nos
acompañó en todas nuestras intervenciones en aquellos memorables cursos, y que
hoy es un atractivo que ya se ofrecía gratuitamente en su aeropuertos en los
años sesenta del pasado siglo.
“Colombia tiene con que” fue el
reclamo publicitario de la campaña política, de un alcalde de Cali. Es una
verdad soñada por otros países competidores en su proyección turística, aunque
esta palabra sabemos no es acertada, pues en el turismo todo es complementario
y la competencia, si bien en la superficie lo parece así, en el fondo de su estructura, todo es un
complemento, y el turismo del norte del hemisferio que viaja a América del Sur,
le gustaría recorrerla toda, y si un año viene a una zona de Colombia y se
sorprende y se asombra en la Catedral de la Sal, o las playas de la Marbella cartagenera, al otro año, le
gustaría ver donde Jorge Isaac situó a su “María”, o el Cali que cuenta
Palacios en su “El Alférez Real”, todo esto sin nombrar el impresionante . - no tenemos otra palabra más apropiada para
catalogarlo - Museo del Oro, en Bogotá, capital Colombia – la Atenas de América
- donde desde el pent-house de su edificio Tequendama, veíamos la ciudad bajo
nosotros, distrayéndonos e inspirándonos
en nuestras aulas, ya que desde allí comenzábamos un recorrido que nos llevaba
hasta el Valle del Aburra y su Medellín, con su Hotel Intercontinental, en
aquellos tiempo ya muy famoso, y desde allí a la heroica Cartagena de Indias,
para saltar, nuevamente pasando por Bogotá a esa Cali, de nuestros mejores
recuerdos, y al ambiente mítico de un Popayán, que significaba la presencia y
el contacto con el mundo colonial colombiano, como lo viéramos más tarde en
Pasto.
No termina ahí nuestro periplo
colombiano que en otra memorable ocasión nos llevara hasta Pasto, después de
dirigir un curso en Cúcuta y seguir la ruta atravesando el país de un lado a
otro, con parada y conferencias en Cali, y una espléndida ruta por tierra,
hasta Pasto.
Cartagena de Indias, una de las joyas turísticas de Colombia, cargada de anécdotas
y vivencias, en nuestros cursos de turismo, donde incluso ofrecimos uno especial a
los policías de ciudad, en el año 1973.
LOS RECUERDOS Y VIVENCIAS DE
NATALIO COSOY
“Un país enredado”, es la
definición cariñosa que este corresponsal de la BBC Mundo, hace de una Colombia
donde vivió treinta y tres meses y visitó más de cincuenta ciudades… Sendas,
caminos, carreteras, ríos, montañas, personajes de todo tipo, entran en la
descripción nostálgica que hace en su partida del país…
Ahí, tras esas enormes
vidrieras ahumadas que se divisan en el piso 38 del Edificio Tequendama, en
Bogotá, se impartió en el año 1073, el curso de turismo original de Centro de
Estudios Turísticos de Canarias, que patrocinó la Corporación Nacional de Turismo
de Colombia.
“Me voy, en cualquier caso, con
el recuerdo de Colombia como un país lleno de peculiaridades maravillosas,
extremas, extrañas, ridículas, sutiles, explícitas, rudas, tiernas. Un país
coqueto en el que la importancia que se le da al cuidado personal y a la
pulcritud es tal que hasta guerrilleros y militares se hacen las uñas. Mujeres
y hombres.”
“Y, sobre todo, con el recuerdo
de un país que, en medio de sus problemas, sabe disfrutar de la vida y sus
placeres.”
“De hecho, no hay rincón de
Colombia, ni desierto, ni selva, ni montaña, al que no llegue la música, ni la
cerveza”.
“Tampoco existe excusa suficiente
para decirle que no a una buena rumba y bailar, uno de los tantos buenos
motivos para volver a Colombia, junto con su gente, sus paisajes y sus
inagotables historias.”
“Todavía casi sin irme y ya tengo
ganas de volver, volver a seguir marcando puntos azules en el mapa, a seguir
entendiendo cada vez mejor el país para sentir que cada vez es más difícil
contarlo.”
Hermosa estampa de inspiración
colonial, en la histórica ciudad de Popayán, una auténtica reliquia de la
gloriosa historia de Colombia.
EPILOGO
Una manera clara y precisa de
describir a un país de América con una personalidad propia, llena de una historia cargada de
aventuras, que dan carácter a sus habitantes y que hemos tenido la suerte de
conocer muy íntimamente, con lluvia, sol, frío y calor, desde las cumbres de
Bogotá, hasta las llanuras del Valle del Cauca, recreándonos con nuestros
inolvidables recuerdos de nuestros
permanentes contactos con decenas de amigos colombianos que han transitado por
nuestros centros de enseñanzas turísticas – Guillermo, Luz Elena, Eduardo,
Gonzalo, Dorin, Sandra, Luis…-
ilustrándonos con sus conocimientos y vivencias…
Algo que nos lleva a recordar,
aquel sublime verso del poeta cartagenero, que lo dice todo en cuanto a nuestro
sentimiento por nuestra Colombia, a la que queremos como decía el poeta, “como
se quiere a unos zapatos viejos” …
Del Grupo de Expertos de la
Organización Mundial del Turismo.
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