Rosa Dalila
Bretón Escoto
¡Gracias
Señor, Por Este Nuevo Día!
Como les
prometí en mi artículo del pasado 21 de diciembre de este año, en esta ocasión
les contaré sobre la leyenda “El Niño de la Espina”, y que ha sido relacionada
con la de “La Niña Nigüenta o de la Espina”, aunque sus orígenes son muy
diferentes.
Al Niño de la
Espina se le nombre de varias maneras: Spinario, Fedele, Fidelino (estos dos
últimos nombres significan: niño fiel en italiano). Se presenta en una estatua
de bronce (helenística período antiguo alejandrino), que data del siglo I
(A.C.), y que se exhibe en los Museos Capitolinos de Roma, la cual representa a
un muchacho sentado desnudo sobre una roca, mientras se quita una espina de la
planta del pie izquierdo.
Es una leyenda
popular que se originó durante los siglos XVII al XIX, que relata que esta
escultura fue encargada por el Senado romano, como homenaje a un pastorcillo
llamado “Martius”, (Cneo Marcio o Marcius), quién fue encargado de llevar un
mensaje de suma urgencia cruzando largos caminos, pues en ésta época enviaban las comunicaciones a través de una
complicada red de caballos, hombres y jinetes, que caminaban por carreteras
conocidas como “cursus públicus” , (Sistema Postal Romano, para envío y
recepción de mensajes).
Esta escultura
fue una de las obras más admiradas y copiadas de la antigüedad, debido a que,
en ese tiempo de la Antigua Roma, los Senadores y un grupo de funcionarios,
eran los encargados de tomar decisiones sobre asuntos: religiosos, políticos,
financieros, temas de seguridad y conflictos entre magistrados.
Datos
encontrados indican que la escultura fue adquirida por Velázquez en su segundo
viaje a Italia (1648-51), donada a Roma por el Pontífice Sixto IV, y más tarde
requisada por Napoleón Bonaparte durante la Invasión Francesa, París (1815).
También es muy valorada porque se considera un ejemplo de fidelidad y
responsabilidad de demostrada por ese niño. Existen varias versiones en mármol
y la de bronce.
Deseo un nuevo
año de reflexión profunda a todos los seres que amo, los que se relacionan
conmigo y a los que no conozco.
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