Teresa González
Se ha poblado de grama espesa
tu frondosa tierra virgen dormida
en tu rostro cundido de amor,
mientras tus dedos
en los surcos de los números
juegan arrancando las pestañas
de tu sapiencia madroño, que elevado,
vuelas por los aires unicornio
en el pony de tu infancia, inmaculado,
creciendo gordito de oro,
cascabeleando,
sonriéndole victorioso
a la felicidad que me das.
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