Juan Antonio Gómez Jerez
Extracto del libro.
Es un poemario destinado a romper nuestros silencios a
través de las palabras. Las emociones se vuelven sentimientos de lucha por un
concepto casi romántico de la igualdad entre las personas. Los aspectos
autobiográficos también aparecen entre cada uno de los versos que recorren cada
una de las páginas, a través de los silencios que gritan desordenadamente, aquí
estoy yo. A veces se quieren decir tantas cosas que orbitan por nuestro
pensamiento y su ordenación es tan caótica que como resultado tenemos un
poemario como este. Al lector agradecer su atención y si en algún momento
alguien se siente identificado al asomarse a mi pequeña ventana de versos en el
silencio, ya habremos conseguido todo el éxito del mundo.
Espero este año 2016 y de la mano de un gran amigo, poder
sacar la segunda edición, con nueva carátula y nuevas ilustraciones…
EL SILENCIO QUE QUEDA (I)
El silencio que queda
se va disipando en el paisaje,
en la retina cansada, en la mirada que no mira nada.
Viaja en patera de muerte, llena de muerte,
y se desordena en violencia de género.
El silencio que queda
se desarraiga trayendo desarraigo,
se difumina lentamente ante la mirada
y ante el
pensamiento.
El silencio que queda
se reproduce bajo las piedras mudas, inmóviles,
bajo las lozas pesadas del olvido.
El olvido borra los recuerdos
y los recuerdos se olvidan.
El silencio que queda,
en algún momento llega hasta nosotros
y se convierte en soledad.
EL SILENCIO QUE QUEDA (II)
El silencio que queda,
queda en las palabras que no se dicen,
queda en las palabras que no se oyen,
en las que son acabadas por el miedo,
arrancadas por el miedo,
comidas por el miedo;
queda en las que se consumen adentro,
lentamente,
convirtiendo el alma
en testigo de su propio silencio.
El silencio que queda
es un paisaje desolado, desoladamente desolado,
es la guerra caminando por el desierto con las armas
encendidas,
es la violencia comiéndose el aire,
es una patera llena de miedo;
es la muerte
es el silencio,
es la intolerancia que se disfraza de hierro.
Pero, es también la mirada dulce de un niño,
una caricia,
un beso,
tu comprensión,
tu libertad,
tu igualdad…
El silencio que queda
Es un soplo de esperanza al viento
con las velas empapadas de palabras
y con mucho miedo al silencio.
EL SILENCIO QUE QUEDA (III)
El silencio que queda,
queda en ti,
queda en mí;
por eso, siempre hay palabras
que deberíamos dejar en silencio,
en la tiniebla oxidada,
en los espacios de las palabras sin palabras,
en los abecedarios abiertos a los diálogos sin miedo,
en tu mirada,
en mi mirada,
reclamando los significados propios
que habitan en los silencios;
y aún así,
hay palabras que no queda más remedio
que pronunciar a pesar del miedo.
Hay palabras por las que sólo vale luchar.
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