MALDAD BAJO EL SOL
Antonio-Pedro Tejera Reyes
Con este título la famosa escritora Agatha Christie
titula una de sus intrigantes obras, donde pone en evidencia la existencia de
la maldad en el género humano, algo que la experiencia, cosechada en nuestra
larga vida, nos ha puesto de manifiesto en muchos casos, viéndola aflorar sin
contemplaciones en nuestro entorno, destrozando naciones, pueblos, empresas,
familias y personas, siempre como una constante donde extraños seres – por
llamarlos de alguna manera indulgente – han sido y son protagonistas de los más
esperpénticos y reprobables hechos.
En paralelo a la maldad marcha en el mundo entero la
envidia, ese pecado capital que es “el homenaje que la mediocridad rinde al
talento”, como acertadamente hemos comprobado infinidad de veces…
Personas cuyos antecedentes no han estado limpios en sus
actuaciones ante el mundo, esconden sus miserias con actitudes malignas propias
de sus principios, andando por la vida rompiendo todos los esquemas dignos de
la convivencia humana, muy lejos de poder asumir los designios de un escenario
en paz lleno de valores espirituales, morales y justicieros, tarados por los
recuerdos de sus infames e infaustos hechos en los que han participado como
actores que han marcado su vida para siempre y cuya rememoración les obliga,
como una auto-defensa, a intentar justificar estos hechos, acusando
injustamente a sus semejantes como culpables de ellos.
“Se puede hacer todo lo malo que se quiera siempre que no
te descubran”. Estos eran los principios de un malvado personaje
afortunadamente ya desaparecido.
Este es el escenario donde está anclada la corrupción, la
envidia, el odio y el desprecio a la bondad. Es el paradigma de la maldad,
lamentablemente generalizada en todos los órdenes de la vida que transitamos, y
que muchas de las veces llegan hasta nuestro entorno más íntimo, acabando “in
misericorde”, con los mejores proyectos y las más grandes y modélicas
ilusiones, sin el más mínimo remordimiento.
Los ancestros, las raíces, los genes… son las fuentes de
la maldad en toda su extensión y sin ninguna excepción: gato blanco o negro,
caza ratones.
No son casualidades los instintos de las razas o las
preferencias de estas por tal o cual actividad. No deben ser despreciables los
antecedentes históricos de unos hechos o de unos personajes, para analizar su
com-portamiento. “De tal palo tal astilla”. La vida nos ha enseñado que es así.
La contraposición de este nefasto panorama, lo tenemos en
las enseñanzas de alto valor que se siguen en los principios de la Universidad
para La Paz, organismo de las Naciones Unidas fundado en 1981, con las más
nobles intenciones, gracias a la tenacidad el esfuerzo y la visión futurista
del mundo, de hombres como Rodrigo Carazo Odio, llorado presidente de Costa
Rica, un país que no tiene ejército y que su presu-puesto en armas se lo gasta
en la educación. ¡Lástima que esa no sea una tendencia mundial!
La ocurrencia de tratar ahora este vidrioso tema, es
parte de una modélica e idílica relación que nos llena de recuerdos de “buenas
prácticas”, trayéndonos a la memoria hechos y situaciones en las que en nuestra
vida hemos tenido obligadamente la oportunidad de ser actores…
Los años, las situaciones, los hechos y las realidades,
van formando un escenario a nuestro alrededor donde se van decantando los
buenos y los malos, unos con sus caras sin arrugas y su mirada limpia al
frente, otros con ellas marchitas, maltrechas, y miradas huidizas marcadas por
la maldad que les viene persiguiendo desde sus más profundas raíces.
No todo está perdido. Existe Rotary Internacional en cuyos
principios no cabe la maldad ni la envidia. “la comprensión y el respeto; la
justicia, la razón, la fidelidad con los que viven contigo: la comunidad, la
familia, los amigos… es el principio de La Paz”
“Servir es mi ocupación”
*(Del Grupo de Expertos de la Organización Mundial del
Turismo, de las Naciones Unidas. ONU.)
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