Evaristo Fuentes Melián
La tecnología y lo digital y la falta de ideas o de medios y realizadores
están acabando con el arte verdadero en el cine español. Para encontrar calidad
habría que remontarse a ‘Los santos inocentes’, Mario Camus (1984), y a algunas
realizaciones de Buñuel, Saura o Trueba (ese bizco que con un ojo mira para
Chipude y con el otro para Valencia). De
Buñuel recuerdo ‘Belle de your’ (1967), con una joven y guapa Catherine
Deneuve, que hace el papel de señora de la alta burguesía, esposa de un señor
doctor que la tiene poco menos que en un altar; pero ella lleva una vergonzante
y oculta doble vida, se escaquea a primeras horas de la tarde y en medio de la
gran urbe acude solícita--agárrense, queridos lectores--a fornicar gratis a una
casa de citas, y para más inri lo hace con los fulanos más anormales y
extravagantes.
Otra película de impacto a recordar es ‘Viridiana’, también de Buñuel
(1961), en la que los criados, con su familia miserable y harapienta,
aprovechan que los señores de una rica mansión están de viaje, para apoderarse
de la mesa principal de comensales, con la ingesta de ricas viandas y sabrosos
licores. Terminan en la escena más pecadora del cine español de todos los
tiempos: en la mesa son trece y representan a la Santa Cena de Jesús y sus doce
apóstoles. Otra secuencia también escandalosa la protagoniza el personaje de
Fernando Rey: Su sobrina monja, que ha venido del convento unos días de
vacaciones, está durmiendo, y aprovecha, el muy sátiro, para desnudarle y
besarle sus castos pechos monjiles.
La de Saura, ‘La caza’ (1966), trata de cuatro amigos en una jornada de
cacería en las afueras de Madrid, cerca de Paracuellos del Jarama. El cabreo
interior por motivos diversos va engrescando el ambiente ya de por sí caluroso
de un día agosteño, y terminan disparándose y cazándose unos a otros. Un jovencito Emilio Gutiérrez Caba escapa
huyendo en busca de auxilio. La palabra FIN aparece sobrepuesta en la imagen de
su carrera congelada. Impresionante.
Espectador
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