Javier Lima Estévez. Historiador
Se atribuye al filósofo griego Epíteto (55-135) la
siguiente cita: “Engrandecerás a tu pueblo, no elevando los tejados de sus
viviendas, sino las almas de sus habitantes”. En esa acción de engrandecer
siempre a su pueblo, encontramos la vida y obra de José Luis Díaz Ruiz,
recibiendo la semana pasada la triste noticia de su fallecimiento. Profesor,
autor de relatos cortos, amante del arte y, ante todo, una persona comprometida
con la histórica Sociedad Centro Icodense. Era un ser lleno de vitalidad e ideas,
siempre dispuesto a colaborar y sumar en diferentes proyectos, destacando su
actividad por su ciudad natal de Icod de los Vinos. Le conocí cuando se
encontraba investigando sobre su familia. A partir del intercambio de algunos
datos, mantuvimos el contacto en diferentes ocasiones por asuntos que siempre
giraban en torno al pasado de tal municipio tinerfeño, del que era un amplio
conocedor, aglutinando en su despacho una notable biblioteca con numerosos
volúmenes de arte, así como de historia y poesía.
Fue una persona entregada a la cultura en sus diversas
manifestaciones y esa evidencia se observa en su trayectoria vital. A su labor
como maestro, continuaría con el desarrollo de una notable obra artística en la
que siempre destacaría su influencia y aprecio por artistas como Guillermo
Sureda Arbelo (1912-2006) y Francisco Borges Salas (1901-1994), entre otros que
fueron conformando el ideal artístico que Díaz Ruiz transmitió en su obra, con
numerosas exposiciones en diversos puntos de nuestro territorio que causaron
siempre la atención y respeto por un ser que prolongaba en el arte sus amplias
inquietudes vitales.
Sin lugar a dudas, otra de sus grandes pasiones sería la
literatura. Ahí, en ese campo, sería lector, pero también autor de algunos
relatos premiados en certámenes, tal y como ocurriera en el I Premio del I
concurso de relato corto club náutico playa de San Marcos, con un relato bajo
el título “Remembranza”. Bajo sus bellas palabras el tema del mar actuaría como
hilo conductor de su propuesta. Otro relato
llevaría por título “Designios de la mar”, que lograría el Primer Premio del
III concurso de relato corto club náutico Playa de San Marcos de Icod de los
Vinos. Por otra parte, en “Unas palabras para esta bahía”, dedicado a sus hijas
Iballa, Fátima, Gema y Estela, describe una bahía que actuaba como “un
universo, un mundo, es la historia humana escrita aquí abajo, día tras día, en
la puerta del mar, junto al orillar, donde las mansas olas tejen sus encajes de
espumas entre escarpados acantilados de leyenda”.
Al mismo tiempo, en la Sociedad Centro Icodense su huella
será siempre recordada por su participación en pro y desarrollo de la
centenaria entidad histórica desde la que impulsó, en compañía de la Junta
Directiva y los socios, numerosos proyectos e ideas durante diez años como
presidente. En esa misma institución, gracias a su invitación, quien redacta
estas líneas participaría en una conferencia el 14 de mayo de 2016 en el marco
del Segundo Número de la Revista Hablada “Nuevo Ateneo”, junto a otra
conferencia de Alfredo Láinez Concepción y unas magistrales actuaciones
musicales de Raquel Casas y Daniel Lora.
Una nueva muestra de respeto y admiración hacia su persona
se llegaría a producir en la Santa Misa desarrollada en la Parroquia de San
Francisco durante la tarde del jueves día 15, destacando el sacerdote en la
homilía la exposición de algunos detalles de la vida y obra de un hombre
entregado a su familia y a los demás.
Se trata de una desaparición que causa una honda tristeza,
pero cuyo recuerdo permanecerá vigente como referente por su actitud,
compromiso y obra ante su familia y todos aquellos que le conocimos y
apreciamos. Descansa en paz, amigo.
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