Antonio-Pedro Tejera Reyes
LA CASA IRIARTE: DESARROLLO SOSTENIBLE
Hace unos minutos acabamos de leer en el DIARIO DEL VALLE, el
artículo del amigo Salvador García Llanos, sobre la iniciativa de los alumnos
de centro educativo Juan Cruz Ruiz, y naturalmente son muchas las vivencias que
se nos han venido a la mente, no precisamente porque haya sonado la flauta con
“por casualidad”.
Durante años apoyado en las tertulias en las que hemos
participado constantemente en nuestro Puerto de la Cruz, hemos añorado la
existencia de un centro de convivencia que acogiera en su seno ese sentir
popular que se respira en la ciudad de poder intercambiar ideas, comentarios,
reflexiones, análisis de las noticias… y todo ese contenido de vivencias
populares que recordamos con tristeza disfrutábamos en aquel Bar Dinámico, en
nuestros años de adolescencia, con las célebres tertulias de sobre mesa, con
café, copa y puro, en los inicios del turismo de masas en ese Puerto de la Cruz
de inolvidables vivencias, donde puesto a desaparecer por la falta necesaria de
una sensibilidad exquisita, un mal día se oscureció con la incógnita de “donde
fue a parar” la piedra, que estuviera bajo un farol en la ribera del muellito
desgastada por el uso de las tapas de refrescos con las que mi llorado amigo
Gregorio Llanos Abreu, jugaban a las damas, en su juventud, y fui testigo
presencial de cómo se le saltaron las lágrimas a este singular amigo, cuando
vio el tremendo estropicio producido por la falta de conocimiento y
sensibilidad de quienes dirigieron aquellas obras que acabó con esas “señas de
identidad” de extraordinario valor dentro del contexto del desarrollo
sostenible: “un desarrollo que satisface las necesidades de las generaciones
actuales, sin poner en peligro la satisfacción de las necesidades de las
generaciones futuras”.
No es esta la única “seña de identidad” que se ha perdido
en Puerto de la Cruz. Son muchas. El recuperar un lugar donde pudiésemos
disfrutar del placer de la convivencia, sabemos sería un atractivo más para ese
turismo cultural que siempre ha visitado la ciudad, del cual tenemos por
nuestras vivencias, la más significativa muestra.
No solo en la ciudad existen gentes malas desarraigadas y
poco dadas a valorizar lo aportamos y lo que se tiene. Ya sabemos por
experiencias propias, que la maldad está bajo al sol, como hemos publicado
muchas veces, pero Puerto de la Cruz tiene gentes buenas, solidarias y con
suficientes conocimientos para distinguir la paja del grano. Otra cosa bien
distinta, es que les dejen trabajar en un proyecto para revalorizar su ciudad.
Durante dos años, dirigimos un proyecto para la realización
de un centro de convivencia en Puerto de la Cruz, incluido dentro de un
programa apoyado por el Cabildo de Tenerife, que terminó en un excelente
trabajo aprobado por la Universidad para la Paz, de las Naciones Unidas, el cual
fue realizado con la audiencia de 34 técnicos de empresas turísticas, graduados
en nuestro centro de enseñanzas. El proyecto fue entregado en su día de forma
protocolaria al Cabildo de Tenerife, y en sus archivos debe de descansar -
junto con varios otros, como el del barrio de Punta Brava - en el mundo del
olvido, pues nuestra relación de íntima colaboración con la entidad terminó de
forma
convencional debido a los nefastos cambios políticos que
ocurrieron por aquel entonces.
Nuestra inquietud en este aspecto hace años la hemos
manifestado en varios de nuestros escritos públicos, como el que dimos a la luz
sobre la Casa de la Aduana, otro lugar emblemático de este Puerto de la Cruz,
que muy bien pudo ser lo que añoramos como muchas veces nos comentó nuestro
amigo Agustín Armas, otro portuense con una alta sensibilidad como nos
demuestra cada vez que tenemos la suerte de poder intercambiar nuestras ideas
con él.
Hoy el tema de la CASA IRIARTE, nos ha traído todo esto a
la memoria, pues creemos sería el lugar ideal de organizar ese centro de
convivencia donde la cultura de la ciudad tuviese una luz que alumbrase todos
los días del año, con esas reuniones que ya no serían las de café, copa y puro,
pero que si servirían para que todos tuviesen un lugar de acogida donde pasar
unos buenos ratos comentando los éxitos de Juanito Cruz, los artículos sesudos
de Salvador García, o las publicaciones oportunas y sensibles que José Peraza
lleva a su digital Diario del Valle. Claro que tenemos mil cosas que comentar,
las vivencias mundiales y las inquietudes que este nuevo mundo ha dejado atrás,
todo un panorama del que solo nos va quedando a los mayores la nostalgia del
recuerdo, sin embargo, no todo está perdido como han puesto en evidencia esos
ejemplares alumnos de ese centro de enseñanzas, cuya sensibilidad es digna del
mayor elogio. Todavía tenemos madera donde tallar un futuro que de verdad sirva
de ejemplo en este año que las Naciones Unidas han denominado AÑO INTERNACIONAL
DEL TURISMO SOSTENIBLE, PARA EL DESARROLLO, algo que toca de lleno y de frente,
con esa brillante idea de rescatar la famosa casa natal de esos ilustres
portuenses que merecen todo lo que se haga por conservar su valor histórico.
Valor queridos alumnos, ya tienen el triunfo del deber
cumplido.
*Del Grupo de Expertos de la Organización Mundial del
Turismo. (OMT) de las Naciones Unidas.
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