Antonio Pastor Abreu
Los historiadores denominan Revolución Industrial al
período que abarca desde la segunda mitad del siglo XVIII en el Reino Unido hasta
mediados del XIX (entre 1820 y 1840) y que supuso un auténtico proceso de
transformación tecnológica, económica y social. Gracias a los avances
tecnológicos en los sistemas de producción, se pasó de una sociedad rural
basada en la agricultura a una más urbana basada en la mecanización de los
sistemas de producción industriales. En definitiva, podemos concluir que
llamamos tercera revolución industrial al proceso de cambio originado a
mediados del siglo XX provocado por la informática, las telecomunicaciones y
las denominadas tecnologías de la información. Escribe Juan Luis Moreno en su
libro: Transformación digital de los negocios. Disrupción vs. Evolución. (The
Valley. Digital Business School).
Hablar de él, es como sumergirse y navegar en el conocimiento,
y desarrollo de la transformación digital, desde sus inicios hasta nuestros
días, de forma sencilla, amena y actualizada. Con un curriculum vitae, que aquí
se le ubicaría, empresarialmente hablando, como un culo de mal asiento. Es un
auténtico líder de la transformación digital (Director de servicios de Internet
en Sprint. Lanzamiento de Wanadoo en España. Presentación de Kiosko y Más, el
mayor quiosco digital y algo más. Se incorpora en The Valley, ecosistema
especializado en la transformación digital de profesionales y empresas a través
de la formación, la captación de talento y el emprendimiento.
Cuarta revolución industrial. ¿Pero ha terminado la
tercera? El 29 de junio de 2007 empezamos a vivir una Cuarta Revolución
Industrial, produciendo cambios en los puestos de trabajo. Muchas
compañías facilitan ya, el teletrabajo,
con el que el trabajador puede conciliar mejor su vida laboral y personal,
trabajando desde su casa o mientras viaja gracias a la movilidad que le
permiten los nuevos dispositivos conectados.
En determinados sectores y niveles, se potencia un trabajo
orientado a proyectos y resultados, más que uno ceñido a un horario laboral
determinado. Esto supone cambios en los espacios de trabajo, donde se tiende a
eliminar puestos fijos para los empleados, así como en el modelo directivo, de
gestión y empresarial.
Ya comentamos en artículos anteriores, en este Diario, que
esta realidad no ha hecho más que empezar y continúa con la conectividad de
cosas, máquinas y personas denominada, Internet de las cosas, Inteligencia
artificial, la impresión 3D y la robótica. ¿Cómo está afectando a nuestra vida
cotidiana? ¿Qué impacto están teniendo en las empresas, en su modelo de
negocio? ¿Desaparecerán puestos de trabajo o se crearán nuevas profesiones? ¿Se
aumentará la brecha digital? De nuevo, avances tecnológicos que podrían dar
lugar a importantes cambios sociales, económicos e incluso políticos. ¿Contamos
con las herramientas, los productos y sobre todo el talento para llevarlo a
cabo? No podemos avanzar con mentalidad de isla diminuta, cuyo horizonte límite
sigue siendo la mar.
¿Es cierto que tenemos que transformarnos para poder
sobrevivir? En caso afirmativo, ¿Cómo lo hacemos?: ¿Evolución o disrupción? Los
hijos, o sucesores, de nuestros empresarios aportan oxígeno a nuestra economía.
Pero mantendrán la Organización Jerárquica u Holocracia (Modelo de organización
sin jerarquías establecidas, que distribuye horizontalmente la autoridad
mediante equipos auto-gestionados). ¿Con qué modelo nos quedamos?
*AIPET.
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