Evaristo Fuentes Melián
El tráfico terrestre y transporte interior de pasajeros en
el Área Metropolitana de la isla de Tenerife tiene solucionado en gran parte su
problema con el nuevo tranvía Santa Cruz-Laguna, que es la obra viaria más
popular y más importante realizada en Tenerife hasta la fecha.
Pero en el resto de la Isla hay una mayor población que
verbigracia en Gran Canaria, con grandes núcleos habitados, como por ejemplo el
Valle de La Orotava o Valle del Taoro, con sus ciento veinte mil habitantes
residentes fijos, sin contar los turistas que pernoctan transitoriamente, que
son unos treinta mil en temporada alta.
La solución definitiva para Tenerife es un tren de
circunvalación de la isla, que según estudios técnicos concienzudos, puede
transportar hasta ochenta veces más pasajeros, en el mismo tiempo y recorrido,
que un coche particular, que contabiliza una media de 1,3 pasajeros.
Según los mismos cálculos técnicos, el tren tiene capacidad para llevar entre
veinte y cuarenta más pasajeros que una guagua en el misino tiempo y recorrido.
Seguir rompiendo el territorio por el Norte y por el Sur
con más carriles de ampliación en sendas autopistas, es una barrabasada y un
disparate, que no conduce (nunca mejor dicho) a nada.
Se me dirá que la
obra del tren de circunvalación rompería también el territorio y el paisaje;
pero tenía que haberse programado hace ya más de medio siglo. Fue en la primavera
de 1957 fue cuando se arrancaron los raíles del viejo tranvía (inaugurado a
principios del siglo XX), anexo lateral de la vieja carretera entre La Laguna y
Tacoronte. Además, habría que estudiarse para el nuevo tren, como alternativa,
una solución alzada sobre pilares por el centro o mediana de las actuales autopistas.
La ampliación continuada de más carriles en las autopistas,
induce al ciudadano común al uso del coche privado y… ¡nunca se acabarán loa
atascos!
Espectador.
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