Antonio Alarcó
Hace unas semanas conocíamos de la noticia sobre la
donación de 320 millones de euros que anunció la Fundación Amancio Ortega, para
la renovación de los equipos de diagnóstico y tratamiento del cáncer en los
hospitales públicos españoles, y que es continuación de una donación a Cáritas
de 40 millones de euros, una de las ONG´s más importantes del mundo. Un gesto
que, opinamos, es un ejemplo a seguir.
No entendemos como una noticia como esta puede ser vista
con malos ojos desde alguna asociación de usuarios de la sanidad pública, con
escasa representación. Y lo que es más grave, una definición pública de los
dirigentes de algún partido político, como lo es Podemos. Es un autentico
disparate. Es algo absolutamente abyecto que solo se puede comprender desde el
sectarismo y la ignorancia más supina. Cuando se dona es porque se dona, y
cuando no, porque son unos insolidarios. Es de vergüenza.
Debemos mostrar, y lo hacemos, nuestra enorme satisfacción
tras la aportación realizada por la Fundación Amancio Ortega, que lleva el
nombre del conocido empresario español, a la Sanidad española y canaria, en
particular. Un empresario y empresa, marca España, dirigido por un hombre
humilde y sin doctorado, que ha pasado por todos los escalones de la vida y ha
creado riqueza con humildad en España y en el mundo entero.
Sin duda el gesto realizado por Ortega es y debe ser un
ejemplo a seguir, y reafirma nuestra convicción de que deben existir lazos de
unión imprescindibles entre lo público y lo privado, para llevar a buen puerto
el Estado de Bienestar. Por cierto, Estado Bienestar que es un invento europeo
y que España ha convertido en uno de los mejores del mundo, pero que precisa
que lo hagamos sostenible, y para ello no se puede hacer política barata.
La filantropía, la Responsabilidad Social Corporativa
(RSC), el mecenazgo, los fondos éticos, son solo un ejemplo de formas de
colaborar con lo público y demuestra que quien lo hace tiene un compromiso
social claro.
Habría que aclarar ya que la Sanidad no se puede
privatizar, por muchos motivos, pero el principal es que estamos en un Distrito
Sanitario Único Europeo, por ser signatario del Tratado de Lisboa (en la que
tuvimos la gran ocasión de participar como Senador) en donde se define
claramente que los países firmantes del documentos tendrán una sanidad de
financiación pública, pero provisión de servicios libre. Que lo haga quien
mejor lo haga, pero con un sistema de acreditación.
En los Presupuestos Generales para este año se destina más
del 63 por ciento al Estado de Bienestar; siendo uno de sus pilares la Sanidad,
junto con educación y políticas sociales. Siendo el presupuesto general de
Estado que más gasto dedica al individuo en la historia de la democracia
española.
Pero como la demanda sanitaria es infinita y la alta
tecnología muy cambiante, para mejor, la adquisición de la misma requiere un
coste elevadísimo y hay que recurrir a técnicas económicas que lo permitan,
como el leasing, y a las fórmulas de mecenazgo y responsabilidad que realiza,
por ejemplo, la Fundación de Amancio Ortega.
Es verdad, y para nosotros es imprescindible, que una vida
no tiene precio (concepto moral) pero la sanidad tiene un coste y hay que
financiarlo, y es limitado. Este año 65.000 millones de euros dedicados a este
menester.
La sanidad es una historia de éxito colectivo, con
debilidades pero de éxito, que estará siempre unido al acervo cultural y la
historia de todos los ciudadanos de todas las ideologías, y sobre todo a los
más de 200.000 profesionales que, conjuntamente con la administración, hemos
sido capaces de ponerlo en lo más alto de la marca España. Valga como ejemplo
la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) que durante 26 años consecutivos
hemos sido los mejores del mundo, y que representa, junto con la sanidad global,
un factor de cohesión social único e insuperable.
La sostenibilidad del sistema es uno de los factores
básicos en los que debemos ponernos de acuerdo, y por eso no se puede hacer
política con la sanidad, pero sí política sanitaria. Hemos propiciado desde la
Cámara Alta un Pacto por la Sanidad, imprescindible para mantener el sistema,
donde la ideología debe pasar a un segundo plano. Hay que hacer lo que
evidentemente está demostrado que hay que hacer (medicina de la evidencia).
La aportación voluntaria y responsable de la Fundación
Amancio Ortega es, conjuntamente con otras, un factor importante para seguir
ofreciendo mejor sanidad. No es para ahorrar dinero público, pero si mayor
disposición para invertir.
También nos parece oportuno transmitir que tenemos que
hacer una cartera de servicios universal, en donde se pacte lo que se puede
hacer, de manera clara y cristalina, con el presupuesto asignado por todos. Por
eso la definición de que la sanidad es gratuita, hace mucho daño. La sanidad es
de financiación pública, y por lo tanto limitada.
A tenor de las últimas valoraciones externas, como la de la
Fundación Bill Gates, la revista Lancet, así como la clasificación Bloomberg,
seguimos siendo de los mejores del mundo. Luego, no es permisible que algunos
hagan demagogia barata condenando la riqueza como algo negativo, y no como una
creación siempre de bienestar que en el caso que nos ocupa, es una demostración
evidente.
Si Zara o Inditex dejaran de existir mañana, desaparecerían
más de 150 mil puestos de trabajo, a lo que hay que sumar los empleos
indirectos, que se calculan en varios miles más, además de perder más de 2.000
millones en impuestos y Seguridad Social que, como sabrán, forman parte de los
Presupuestos Generales del Estado y destinados a otras necesidades, como la
sanidad.
Únicamente reconocemos una Sanidad; “LA BUENA”, y tiene que
ser producto de la combinación entre lo público, lo concertado y lo privado,
que están llamadas a ser complementarias y entenderse de forma fluida.
Interpretar la mayor donación privada de la historia a los
servicios públicos como un ataque a éstos, resulta muy desconcertante, y han
tocado hueso.
Antonio Alarcó
Portavoz de Sanidad del Partido Popular en el Senado
Presidente del Colegio Internacional de Cirujanos
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