Evaristo Fuentes Melián
“El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos…” (Cantaba
Mercedes Sosa, en canción de Pablito Milanés). Es lo mismo que le sucede al
estadio Calderón y al amigo mío con quien, por la década de los ochenta, fui a
un partido de Primera, Atlético Madrid-UD Las Palmas. Y, en efecto, nos vamos poniendo viejos,
puesto que ahora, estos días, mi amigo está ingresado en el hospital para
operarse de…próstata. Nos tocó un asiento en la grada, en cuyo asiento,
exactamente, caía una única gotera de la visera de la cubierta. Mi amigo y yo
nos acordamos enseguida del chiste del pájaro cagón y del aficionado al que fue
a parar el recado del pajarillo: “¡Coñ…cien mil espectadores y me vino a caer a
mí!”…
Además de pre prostático, mi amigo, portuense y colchonero,
tenía episodios de ligeras claustrofobias, y al final del partido, al intentar
coger el primer metro rebosante que pasaba por la estación más cercana al río
Manzanares, no pudo aguantar el tumulto presionante en el vagón del metro, y
salió presuroso haciendo fintas para esquivar a los demás pasajeros. En su
juventud había sido buen futbolista…
Pero la vez que yo recuerdo con más intensidad mi visita al
Calderón, fue en febrero de 1969, tres años después de ser inaugurado. El
Calderón incumple algunas normas urbanísticas fundamentales, como la de pasar
una autovía o avenida de desahogo de la capital, por debajo de sus gradas: la
llaman la M-30. En aquel febrero de 1969 se enfrentó en Liga el Atlético contra
el Málaga, y jugaba de lateral colchonero el tinerfeño Colo Santaella. Pero el
frio que hacía en la grada alta, sin cubrir, es el pelete que con más
intensidad he sentido a lo largo de toda mi vida. Fui con mi hermano y teníamos
solamente un par de guantes para los dos, y nos los pasábamos los guantes a
ratitos—en un muy especial tuyo/mío-- para taparnos, pero no las manos, sino
las orejas, ¡tal era el frio reinante!
Y, que yo recuerde, la tercera vez fue el año pasado,
finales de abril 2016, ganó en partido de
Liga el Atlético al Rayo, un golazo de Griezmann, y el Rayo anda ahora
en la parte baja de Segunda. La tarde en esta ocasión estaba con sol
esplendido, y el rio Manzanares, encauzado, se ve por la esquina en que la
grada está incomprensiblemente cortada. ¡Estadio Calderón, descansa en paz!
Espectador
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