Salvador García Llanos
Empieza a ser una
impresión bastante extendida en sectores de la sociedad portuense, al menos
entre los que frecuentan las redes sociales. En su momento, anticipamos lo que
podría suceder, de mantenerse la tónica. Todo da a entender que la evolución
confirma aquellas impresiones de un papel determinante y hasta emprendedor en
la búsqueda de soluciones a problemas y situaciones visibles que, por desidia o
falta de mantenimiento, se convierten en estampas reprobables, antiestéticas y
reflejo de un abandono que es impropio en
una ciudad turística.
El caso es que, a
medida que se van sucediendo fotos-denuncia de tales situaciones y los usuarios
de la red van escribiendo sus comentarios y juicios de valor, han ido llegando
los arreglos y las reparaciones. Es decir, hay una relación causa-efecto casi
inmediata. Se está produciendo una reacción (de responsables municipales, en
este caso) para corregir las deficiencias, los rotos y hasta los desaguisados.
Es lógico que no guste el que, a diario, casi a todas horas, el devastador
efecto multiplicador alimente, con pruebas gráficas o documentales, la realidad
de comportamientos incívicos y de servicios inexistentes o ineficientes.
Los usuarios de las
redes, que no ocultan en muchos casos su incredulidad hacia la política, han
tomado la iniciativa y prefieren abogar por una solución más directa y más
doliente para los responsables públicos. Se dirá que están haciendo el trabajo
de éstos y no falta razón a quienes alberguen ese pensamiento. Pero es otra
forma de hacer ciudad, de sentirse comprometido, de ser portuense… Es lo más
fácil pero, al menos, es algo, mucho mejor que mostrarse indiferente, que dejar
hacer y dejar pasar, como si eso no fuera con los propios habitantes de un
barrio, de una comunidad.
El hecho pone de
relieve, por otro lado, el papel de las redes sociales en nuestros días. Cierto
que ese es otro debate pero ahí está, en directo y en la distancia corta, su
influencia. En el contexto que analizamos, encontremos el lado positivo de las
cosas: se va creando conciencia. Lo que podía ser desafección, indolencia o
rechazo se va transformando en compromiso cívico, en activismo cabal y
consecuente. Y sin necesidad de tergiversar o de insultar. Cuidando las cosas,
preservándolas, usándolas adecuadamente… Es el tiempo de las redes.
En el Puerto de la
Cruz, donde las asociaciones vecinales tuvieron en otra época su preponderancia
reivindicativa -a pesar de que luego no han sabido o no han podido mantenerse-
y donde siempre fue complicado tejer redes de ciudadanía para ofrecer una
respuesta eficaz a las demandas o aspiraciones que planteaban, los usuarios de
las redes sociales están comprobando que sus denuncias y sus quejas están
surtiendo efecto. Los representantes del pueblo también están reaccionando: les
han puesto un termómetro que posibilita rápidos diagnósticos y les pone manos a
la obra sin muchas dilaciones.
Miren por donde el
impulso a las soluciones…
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