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lunes, 11 de agosto de 2014

EUTANASIA ACTIVA MUERTE INDUCIDA

Evaristo Fuentes Melián

   Me escribe por email mi amigo Juan (nombre ficticio), para contarme sus cuitas, sus depresiones. Trascribo, queridos lectores, algunas de ellas:

“Lloro por Gaza, por los gazatíes...A mí se me están acabando las fuerzas...Y mira que lo siento, pero voy a desconectar. No se puede soportar. El Pueblo está dormido: estamos perdidos, se nos lleva la corriente...He regresado de la isla de El Hierro, donde estuve diez días. Soledad, tristeza. Pobreza, bastante. Cuatro mil habitantes—la mitad de la población-- han volado a otras latitudes. Pero no explotan bombas judías. No se matan niños en las playas. Estamos más lejos...Lo que hay en abundancia son muchos alisios que mueven molinos, que producen ciertas esperanzas. Quizás vuelva pronto a la Isla del Meridiano, y allí me ‘escondo’, a coger resuello;  y dejar de llorar, que uno está ya mayor. ¡Qué horror, qué dolor!”

    Yo le respondo de esta manera: Amigo mío, ya que hablas de desconectar, casualmente vi estos días dos películas en la tele, y las dos tienen eutanasia activa o muerte inducida. La de Clint Eastwood, ‘Million dólar, baby’, con la chica boxeadora, en un ring de barrio bajo, personajes perdedores…Al final, la chica está postrada en el hospital, masacrada a golpes, moribunda; Clint, después de pensarlo mucho, la desconecta mientras se lo va diciendo.

    La otra película es española, de Jesús Franco, considerado por algunos el mejor cineasta español de todos los tiempos. Es un filme de 1997, ‘La buena estrella’, actores: Maribel Verdú, Jordi Mollá, delincuente de poca monta, carne de cárcel, y un empresario con dinero,  Antonio Resines, que  es impotente, no se sabe si castrado o no, pero Maribel se lo folla a su manera…De Maribel se ve su torso, una maravilla, tal cual la maja desnuda, es una espalda contorsionada en proposición excitante. Maribel también se acuesta con Mollá, cómo no. Un triángulo muy singular. Al final, al macarra Mollá, desahuciado, lo sacan de la cárcel y se lo llevan a morir a la casa de Resines. Viene un cura moderno sin sotana, con alzacuello,  a darle la extremaunción, y se oyen entonces frases impactantes en boca de un Mollá moribundo dirigiéndose al cura:

 “…No es nada personal, pero no creo en rollos de curas. Si hay un Dios, no creo que haga las paces conmigo a última hora, aunque usted me eche esos polvos mágicos. Pero si Dios es tan bueno como ustedes dicen, no me dejará. Y si no hay Dios, para qué vamos a perder el tiempo con tonterías…".

   El cura, no obstante, sigue con su ritual...Y Maribel, más tarde, cuando ya está a solas,  coge la escopeta de caza de Resines y liquida a Mollá,  para que no sufra. La mano maestra del director Jesús Franco destaca en la secuencia final: un fundido en negro y después el sonido de un disparo. No se ve nada de sangre explicita, tan frecuente en telefilmes para consumo de masas malformadas.

   Amigo Juan: no pretendo darte pie, ni ideas, para que tú hagas lo mismo, desconectarte. Solamente quiero, por el contrario, aconsejarte. No te pierdas en tus propias contradicciones, tómatelo a coña y como dice Moncho Alpuente en una sentencia de crucigrama: “La situación es alarmante, pero no preocupante”. Por mi parte, quiero dejarte reflejado un dicho popular, no me sale otra cosa: la vida es breve, la vida es un tango, y el que no lo baila es un machango.
Querido Juan: recibe un abrazo, de tu amigo expectante y… 

Espectador

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