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sábado, 2 de agosto de 2014

DE UN LANCE EN UN TORNEO

Salvador García Llanos

Hay lances en cualquier actividad de la vida que cobran carta de naturaleza, trascienden y se enquistan en la sociedad misma. Aunque hayan durado una ráfaga, aunque no hayan quedado pruebas gráficas. Pero quienes estuvieron allí y los vivieron, a su modo, espectadores, los han retenido y los han ido retransmitiendo, de modo que terminan siendo parte de la historia, o de una historia concreta.

Volvió a quedar demostrado en el curso del pregón de la edición número cuarenta y cuatro del Trofeo Teide de fútbol, leído por el incansable Isidoro Sánchez García, que no fue defensa central como pretendía, porque su padre se empeñó en que ligara su futuro a la ingeniería de montes y a la naturaleza.

El pregonero aludió a una célebre acción ocurrida en el campo El Peñón, aún con cancha de tierra, en el curso de un Puerto Cruz-Español (sí, entonces todavía con eñe), semifinal del segundo torneo. El equipo catalán, dirigido por José Emilio Santamaría, años después seleccionador nacional, se vio sorprendido por los locales que practicaron un “fútbol ratonil con jugadas de tiralíneas”, célebre descripción de Paco Lasso quien, ulteriormente, se convertiría en oficial mayor del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz.

En medio de esa sorpresa, Tito del Pino, el genio de El Peñón que combinaba la técnica individual con la picardía como muy pocos sabían hacerlo -para eso era un genio, ¿no?-, se fue hacia una esquina del campo con el balón pegado a sus pies, miró a izquierda y derecha y reclamó la cercanía de Pedro De Felipe, el central internacional que vistió los colores españolistas tras varias temporadas en el Real Madrid. Le llamaba ostensiblemente con uno de sus brazos para intentar regatearle ¡colando el balón entre sus piernas! Lo que hoy se llamaría un túnel. Del Pino a De Felipe. Quienes conocían las habilidades del primero no pudieron reprimir las sonrisas. Los espectadores más cercanos a la esquina contuvieron la respiración a la espera de la resolución de aquel lance y de que no hubiera una reacción extrema por parte del defensor.

Ese momento ha quedado ahí, en el imaginario o en la memoria colectiva, y ha sido recordado, una vez más, cuarenta y tres años después, cuando el fútbol veraniego tiene nombre de pico gigantesco al que subió el pregonero Sánchez las veces que hizo falta para dar cobertura a la cita deportiva que, en este caso, coincide con el sesenta cumpleaños de la Declaración del Teide como parque nacional. Al cabo de cuatro décadas, lo bueno del torneo futbolístico es que ha evolucionado para superar momentos delicados de crisis, introduciendo incluso actividades que ambientan y suplementan la competición propiamente dicha.

El propio Isidoro Sánchez, al final de su interesante relato, aportó una idea reivindicativa de la igualdad para la próxima edición: que se incorpore la mujer, que el fútbol femenino, tan dignamente representado en la isla por el Atlético Granadilla, tenga un hueco en el Trofeo Teide, como lo encontraron los regionales, los veteranos y los juveniles.

Y ahora, a ver si Tenerife y Espanyol, que disputarán la final en el Municipal Los Cuartos de La Orotava el próximo sábado, 9 de agosto, nos dejan más lances como aquel de Del Pino y De Felipe.

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