Iván López Casanova
En un momento de Cisnes salvajes, las conmovedoras
memorias noveladas de Jung Chang, la escritora china relata la vida de su
familia durante la Revolución Cultural de Mao de 1966. Nadie les prestaba ayuda
porque su padre había sido detenido. Pero, sorprendentemente, les auxilia un
joven matrimonio de recién casados a quien no conocían de nada. Porque las
personas felices realizan actos buenos. Y lo contrario: cuando existe
resentimiento, no se percibe lo valioso.
En el mismo sentido, con su marido el poeta Ósip
Maldestam recién condenado, narra su enamorada esposa, Nadiezhda Maldestam,
cómo se acercaron las mujeres de sus amigos –los hombres no podían hacerlo,
para no ser fichados− para ofrecerle el dinero que habían reunido para
ayudarles en el viaje al campo de reclusión, infringiendo los códigos
establecidos para los represaliados. Ante ese gran número de mujeres, la poeta
Ana Ajmátova exclamó: «Cuántas bellezas»; y junto a este recuerdo, añade
Nadiezhda en sus memorias: «La noción del bien es, probablemente, inherente al
ser humano».
También, Ana Blandiana, una poeta contemporánea
que estuvo prohibida en tres ocasiones en la Rumanía comunista, declaraba hace
poco tiempo en una entrevista que aunque teóricamente el mal podría vencer
siempre, ella estaba convencida de que «el bien no puede ser vencido a causa
del masoquismo de los buenos». Manifiesta la valiosa perspectiva de una persona
enamorada de su familia, de su marido Romulus Rusan −con quien vivió desde su
primera juventud hasta 2016 en que falleció− y de su madre a quien dedicará un
emocionante poema, “Requiem”.
Me parece fundamental reflexionar bajo la mirada
del bien, porque puede ser sustituida por el recelo, el desencanto o el rencor.
También, por perspectivas adecuadas como la reivindicativa, la jurídica o la
política, pero que no son las únicas ni, acaso, las más decisivas para
construir una convivencia mejor.
En mi opinión, escasea la perspectiva ética en los
ríos de tinta gastados para analizar las situaciones atroces de abuso y
agresión sexual con la que, cada día, nos encontramos en las noticias. Porque
el problema fundamental no es el jurídico, sino saber por qué tenemos jóvenes
tan atrozmente deshumanizados. ¿No sería necesaria una antropología de la
sexualidad que sirva de orientación hacia el bien para los jóvenes y que actúe
de prevención contra esos deterioros brutales? ¿No habría que ofrecerles una
orientación afectivo-sexual que realce la conexión entre amor y sexualidad, que
junte lo sexual con una profunda relación interpersonal, y que rechace como
degradación la banalización, la despersonalización y la cosificación de la otra
persona?
En este sentido, escribe el catedrático de
psiquiatría Enrique Rojas: «La educación sexual es enseñarle a alguien a
gestionar su vida emocional con orden, jerarquía y capacidad para la entrega en
el mejor sentido de la palabra. De forma moderna, abierta, liberal…pero sólida
y con unos principios antropológicos firmes y de respeto al otro. La sexualidad
bien entendida es el lenguaje del amor comprometido. La sexualidad es la parte
física del amor. El sexo sin amor se devora a sí mismo».
La perspectiva del bien descubre que la sexualidad
es el lenguaje de la intimidad amorosa; pero también que la comunicación
erótica se puede utilizar para insultar y agredir o para entregar un poema.
Porque nacemos indeterminados y nos determinamos con la educación: sin ella,
comeríamos como animales salvajes, bailaríamos sin ritmo o utilizaríamos el
sexo esclavizados por los instintos.
La mirada del bien respeta a toda persona, de un
modo absoluto e independientemente de su orientación sexual; pero rechaza una
educación sexual ofrecida por colectivos que absolutizan la sexualidad y que la
utilizan para objetivos político-sociales; y en la que, muchas veces, se expone
lo sexual como liberación política, con un sesgo de venganza resentida contra unas
heridas sociales.
La sexualidad bajo la mirada del logro de una
relación interpersonal honda, cuyo paradigma es la entrega personal constituye
la perspectiva del bien sobre el amor sexual.
Iván López Casanova, Cirujano General.
Escritor: Pensadoras del siglo XX y El sillón de
pensar.
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