Antonio-Pedro Tejera Reyes
DE LA ILUSION AL OLVIDO: RECUERDOS
“Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo, y más
la piedra dura porque ésa ya no siente, pues no hay dolor más grande que el
dolor de ser vivo, ni mayor pesadumbre que la vida consciente.” Poemas del
Alma. Rubén Darío.
Había tanta ilusión en aquellas gentes que se nos
pegaba en la mente, y nos hacía luchar contra todo lo que se pusiese por
delante para conseguirles que llegaran a las metas que se proponían. Se nos
olvidaba aquello - o no lo conocíamos – del poeta hondureño que decía: “Yo no
quiero ver lo que he mirado, a través del cristal de la experiencia…” Trabajamos duro para consolidar lo que ellos
querían conseguir con el apoyo nuestro.
Hoy todo ha cambiado. Es diferente. De aquel
tiempo solo quedan viejos recuerdos, y lo que hay no tiene nada que ver con lo
que se añoraba. De aquellos trabajos diarios donde se olvidaban hasta las horas
de comer para llegar a la recompensa de la noche, queda un tenue recuerdo
borroso que va desapareciendo poco a poco en la distancia del tiempo pasado y
la muerte de los años, que con su guadaña esperaba detrás de la puerta para
acabar con todas las ilusiones que la juventud trasportaba a distancias
siderales…
Nuevas realidades se han impuesto. Nuevos
descubrimientos nos azotan cada día con promesas que luego se funden ellas
solas y nos producen dolor. Un mundo irreal que confundimos sintiendo nuevas
emociones y sensaciones, hasta que ese velo que nos enturbia la mente nos
descubre que todo es igual, que es mejor seguir persistiendo en unos principios
que han ido formando la ley de la vida, de la convivencia humana que se
deteriora a cada instante, donde el sacrificio y el amor son sencillamente
palabras que se evaporan en cuanto no cumplen con nuestros deseos… Todo es
mentira, mentiras y lamentos, como dice el tango…
Ahora con nuevas perspectivas e ilusionadas
aventuras, la vida parece otra. La óptica sensibilizada y llena de experiencias
nos presenta un escenario que ya no se difumina en el pasado. Está muy claro
para los que lo han padecido y lo saben valorar en sus justos términos.
Tenemos el mundo por delante, Pero ¿Qué mundo? El
mundo desvalorizado de sus valores más ancestrales como era la fidelidad a la
palabra, al honor… Un mundo al que importa poco el daño que hacen las personas
con sus hechos…Donde “la guerra” comienza desde el propio hogar... Donde el
amor se ha quedado convertido en un acto sexual… Donde la mística ha
desaparecido casi en su totalidad. Todo parece llevar el marchamo del “tanto
tienes, tanto val” … Un mundo difícil, complicado en el que cuesta sobrevivir
ante tanta injusticia y atropello de esos valores que comentamos han
desaparecido, y que cuando como una aurora les entrevemos en el horizonte de
nuestras vidas, llega la realidad y no da una puñalada en el mismo centro del
corazón… cuando antes nos había atacado con saña e “in misericordia” robándonos
los frutos de nuestro trabajo… hasta las cajas de los bancos… la familia… hasta
el aire que respiramos…Todo lo que a “la maldad bajo el sol” se le ponía por
delante…
La imposición de una justicia ficticia, que ni es
justicia ni es nada, la estamos viendo comentada diariamente en la prensa
escrita y digital dando la vuelta al mundo. Estamos ante una auténtica
catástrofe moral donde la única solución parece ser esperar. ¿Esperar a que?
Tampoco lo tenemos claro. De un lado a otro del mundo, llámese Corea del Norte,
Estados Unidos de América. Israel o Siria, todos están esperando… vivimos en
países donde se mueren decenas niños por desnutrición, ancianos en las colas para
cobrar su pensión de jubilación que no llega a un dólar… Toda una realidad que
no podemos evitar que nos obnubile nuestra existencia. Estamos viviendo así. No
podemos hacer nada para evitarlo. La fugaz aparición del placer mundano, es
como el remedio casero para quitar el dolor de muelas… dura lo que un pastel en
la puerta de un colegio… Ese es el mundo donde no quisiéramos vivir, y en el
que nos refugiamos con nuestros escritos sobre el porvenir del turismo. Esa
fuerza en la que con empeño millones de personas intentamos borrarnos la imagen
de las favelas, los “ranchos”, o los mendigos que llegan a nuestras propias
puertas en busca de comida… Es el mundo en que transitamos ungidos con el verso
con el que encabezamos este lamento del sufrido poeta nicaragüense, “príncipe
de las letras”, Rubén Darío.
“Morir no pongo ¿No sabéis que morir es ofender al
cielo?” le decía el sacerdote a la doncella, en las célebres “Doloras” de
Campoamor, cuando ella quería que figurase en la carta a su amado que quería
morir de amor… ¿Que se podía poner entonces? Es lo mismo que se puede pensar
ahora ante un mundo que parece no tener arreglo por ninguna parte… Como dice la
canción. “Todo se terminó, dentro de mí, dentro de mi…” A ese punto nos está
llevando esta vida catastrófica que soportamos, y que sin ningún recato
destroza nuestras mejores ilusiones… “juguetes del viento son” …
Un mundo difícil, complicado, donde la compresión,
la bondad, el cariño, la fidelidad, y hasta la compasión, parecen haber
desaparecido frente el “yo antes que nada” … ¡Qué lástima!
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