Bienvenidos al Diario del Valle

SEARCH

miércoles, 30 de mayo de 2018

LAS COSAS DE LA VIDA


Antonio-Pedro Tejera Reyes

DE LA ILUSION AL OLVIDO: RECUERDOS

“Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo, y más la piedra dura porque ésa ya no siente, pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo, ni mayor pesadumbre que la vida consciente.” Poemas del Alma. Rubén Darío.

Había tanta ilusión en aquellas gentes que se nos pegaba en la mente, y nos hacía luchar contra todo lo que se pusiese por delante para conseguirles que llegaran a las metas que se proponían. Se nos olvidaba aquello - o no lo conocíamos – del poeta hondureño que decía: “Yo no quiero ver lo que he mirado, a través del cristal de la experiencia…”  Trabajamos duro para consolidar lo que ellos querían conseguir con el apoyo nuestro.

Hoy todo ha cambiado. Es diferente. De aquel tiempo solo quedan viejos recuerdos, y lo que hay no tiene nada que ver con lo que se añoraba. De aquellos trabajos diarios donde se olvidaban hasta las horas de comer para llegar a la recompensa de la noche, queda un tenue recuerdo borroso que va desapareciendo poco a poco en la distancia del tiempo pasado y la muerte de los años, que con su guadaña esperaba detrás de la puerta para acabar con todas las ilusiones que la juventud trasportaba a distancias siderales…

Nuevas realidades se han impuesto. Nuevos descubrimientos nos azotan cada día con promesas que luego se funden ellas solas y nos producen dolor. Un mundo irreal que confundimos sintiendo nuevas emociones y sensaciones, hasta que ese velo que nos enturbia la mente nos descubre que todo es igual, que es mejor seguir persistiendo en unos principios que han ido formando la ley de la vida, de la convivencia humana que se deteriora a cada instante, donde el sacrificio y el amor son sencillamente palabras que se evaporan en cuanto no cumplen con nuestros deseos… Todo es mentira, mentiras y lamentos, como dice el tango…

Ahora con nuevas perspectivas e ilusionadas aventuras, la vida parece otra. La óptica sensibilizada y llena de experiencias nos presenta un escenario que ya no se difumina en el pasado. Está muy claro para los que lo han padecido y lo saben valorar en sus justos términos.

Tenemos el mundo por delante, Pero ¿Qué mundo? El mundo desvalorizado de sus valores más ancestrales como era la fidelidad a la palabra, al honor… Un mundo al que importa poco el daño que hacen las personas con sus hechos…Donde “la guerra” comienza desde el propio hogar... Donde el amor se ha quedado convertido en un acto sexual… Donde la mística ha desaparecido casi en su totalidad. Todo parece llevar el marchamo del “tanto tienes, tanto val” … Un mundo difícil, complicado en el que cuesta sobrevivir ante tanta injusticia y atropello de esos valores que comentamos han desaparecido, y que cuando como una aurora les entrevemos en el horizonte de nuestras vidas, llega la realidad y no da una puñalada en el mismo centro del corazón… cuando antes nos había atacado con saña e “in misericordia” robándonos los frutos de nuestro trabajo… hasta las cajas de los bancos… la familia… hasta el aire que respiramos…Todo lo que a “la maldad bajo el sol” se le ponía por delante…

La imposición de una justicia ficticia, que ni es justicia ni es nada, la estamos viendo comentada diariamente en la prensa escrita y digital dando la vuelta al mundo. Estamos ante una auténtica catástrofe moral donde la única solución parece ser esperar. ¿Esperar a que? Tampoco lo tenemos claro. De un lado a otro del mundo, llámese Corea del Norte, Estados Unidos de América. Israel o Siria, todos están esperando… vivimos en países donde se mueren decenas niños por desnutrición, ancianos en las colas para cobrar su pensión de jubilación que no llega a un dólar… Toda una realidad que no podemos evitar que nos obnubile nuestra existencia. Estamos viviendo así. No podemos hacer nada para evitarlo. La fugaz aparición del placer mundano, es como el remedio casero para quitar el dolor de muelas… dura lo que un pastel en la puerta de un colegio… Ese es el mundo donde no quisiéramos vivir, y en el que nos refugiamos con nuestros escritos sobre el porvenir del turismo. Esa fuerza en la que con empeño millones de personas intentamos borrarnos la imagen de las favelas, los “ranchos”, o los mendigos que llegan a nuestras propias puertas en busca de comida… Es el mundo en que transitamos ungidos con el verso con el que encabezamos este lamento del sufrido poeta nicaragüense, “príncipe de las letras”, Rubén Darío.

“Morir no pongo ¿No sabéis que morir es ofender al cielo?” le decía el sacerdote a la doncella, en las célebres “Doloras” de Campoamor, cuando ella quería que figurase en la carta a su amado que quería morir de amor… ¿Que se podía poner entonces? Es lo mismo que se puede pensar ahora ante un mundo que parece no tener arreglo por ninguna parte… Como dice la canción. “Todo se terminó, dentro de mí, dentro de mi…” A ese punto nos está llevando esta vida catastrófica que soportamos, y que sin ningún recato destroza nuestras mejores ilusiones… “juguetes del viento son” …

Un mundo difícil, complicado, donde la compresión, la bondad, el cariño, la fidelidad, y hasta la compasión, parecen haber desaparecido frente el “yo antes que nada” … ¡Qué lástima!

No hay comentarios:

Publicar un comentario