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sábado, 12 de mayo de 2018

SABAS MARTÍN, LA MONJA DEL SAUZAL


Rosario Valcárcel

A Sabas Martín (Santa Cruz de Tenerife, 1954) siempre le han seducido determinados personajes de nuestra historia insular, esos personajes reales, no fantásticos ni imaginarios, sino ciertos y concretos. Y el azar o el destino le ha llevado esta vez a investigar los acontecimientos y la vida de María de León Bello y Delgado, Sor María de Jesús, la monja de El Sauzal que traspasa ese umbral hacia el más allá el 15 de febrero de hace casi tres siglos. La Siervita de Dios, que desafiando las leyes naturales y temporales su organismo entra en lo que llamamos cuerpo incorrupto.

Un caso curioso porque en Tenerife nadie duda de su santidad, de su aliento que pervive, pero el Vaticano no lo tiene tan claro, y el proceso de canonización y beatificación de la monja de El Sauzal, que se inició en 1992, se ha paralizado durante años y años. Actualmente sus milagros siguen sin obtener la certificación oficial. A pesar de todo la madre superiora del Convento de Las Catalinas de La Laguna, sor María Cleofé, confiesa sin desanimarse que el milagro más probado de Sor María de Jesús León y Delgado es congregar cada año a más de 15.000 personas. Personas que acuden unas curiosas, otras para hacer sus oraciones, atajar la muerte o simplemente para encontrar el camino del cielo.

Durante más de diez años Sabas trabaja investigando la vida y la muerte, los acontecimientos, los misterios y los secretos de la Siervita. Y nos trae Un rumor de siglos. Una biografía novelada en la que el escritor se documenta, ahonda en las raíces y ensancha las fronteras de lo real y el espíritu de la protagonista, y lo que es más difícil su esencia. Desvela episodios sobrenaturales y fenómenos insólitos. Traspasa las barreras de la religión y llega al universo humano de la Monja del Sauzal. 

Reconstruye la historia en la que sin saber cómo, se ve atrapado como un ave en la red de un cazador furtivo.

Es así como ahora entro en mi celda y yo veo desde mis ojos cerrados lo que el recuerdo revive.

Veo la gruesa cadena con la que mortificaba mis espalda mis brazos y mis piernas clanc clanc clanc.
Y la piedra que me servía de almohada.

Y las tablas de clavos doblados sobre los que dormía.

Y la otra almohada de cuando me depositaron en la caja lisa y sencilla de la muerte y que conserva las manchas de sangre que soltó mi cabeza cuando, tres años después de mi muerte certificada, me desenterraron.


Un texto narrado en primera persona en el que la Siervita recrea los recuerdos de la infancia, saca a la luz su existencia en este mundo, cómo siente pasar la vida, la sucesión de momentos infinitos que camina con sus familiares y amigos. Las casas en las que habita y su hogar verdadero: el Convento de Santa Catalina situado en Plaza del Adelantado, en la que se guarda y se muestra su memoria; su trabajo, esfuerzo y humildad. Sueños y ensueños, el momento de la muerte y lo que le ocurre después de la muerte, y sobre todo el amor. Ese amor volcado a la Divinidad que tanto le gustaba hacer gala, ese amor que según ella la mantiene incorrupta.

Sueño ahora lo vivido, vivo lo soñado, y revivo en el sueño el dulce éxtasis que me invade antes de rendir mi carne y que sea certificada mi muerte el 15 de febrero de 1731. Es hondo el embeleso, embriagador el arrobamiento ahora como entonces, ahora, como en la hora de rendir mi carne, en el arrobo que me inunda y me atraviesa siento la llama del amor, su fuego que me consume, tanto y tan intenso ese fuego que no puedo sufrir tamaña llama.

El mundo real de Sabas Martín son las palabras, el poder de la palabra. Él sabe bien que en principio fue el verbo, lo que estas nos cuentan y del modo en que lo hacen, eso lo sabe el escritor que se caracteriza por un discurso repleto de términos cultos y del acervo popular, de metáforas y de neologismos que singulariza su obra y que permanece en la escritura de Un rumor de siglos.

Un texto donde lo lírico y lo narrativo se unen en una escritura repleta de descripciones urbanas y vegetales, de sonidos y olores, de voces onomatopéyicas. Un texto sensorial.

Desde un promontorio Amaro contempla las tareas de exhumación, la saca a la luz de aquello que a la luz se ocultó, el afán de las palas hendiendo chas ras chas ras el suelo y acumulando a un lado en tongas pacientes y picudas la tierra removida, el siseo sssiiisss de las sogas que abrazan la madera para auparla, para liberarla de la mordedura térrea y hueca del nicho.

Sabas es un escritor completo que da rienda suelta al tratamiento literario, a una prosa poética que no va en pérdida de su precisión. Cultiva la novela, la poesía, el ensayo, el cuento, la creación teatral, siendo dramaturgo, actor, director. Y durante un tiempo nos acercó, de una forma rigurosa y sutil, novedades literarias en Radio 5. Y fue en esa época cuando en realidad yo conocí a Sabas, hace ya algunos años, muchos. Lo conocí y siempre lo cuento en ese refugio íntimo que es capaz de crear la radio. Lo escuchaba al atardecer mientras iba en el coche de regreso a casa. ¡Cómo disfrutaba! Su rigor y sus críticas literarias me daban la oportunidad de olvidarme del resto del mundo, porque que alguien te hable de libros, en aquel entonces, y cómo él lo hacía parecía casi una revelación.

Sabas Martín ha recibido premios en novela, poesía, cuentos, crítica, y algunos de sus libros han sido traducidos al italiano, al francés, al alemán. En un rumor de siglos, celebramos el puro placer de la lectura. Celebramos la literatura.

Celebramos la creación de un texto cercano que ahonda en la memoria de Sor María de Jesús, la monja del Sauzal para dejar un testimonio de su vida y de su tiempo. Un libro que recomiendo porque es un regalo para los sentidos.

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