Agustín Armas Hernández
Por varios motivos aquel año 1986 resultó ser
lúgubre, ya empezó con una gran catástrofe que conmovió al mundo entero. Le
siguieron otras malas noticias. Recordémoslo leyendo, de nuevo, aquel escrito
que nos publicó el periódico “EL DÌA” el miércoles 12 de febrero del citado año
en la página “Sociedad”. Veámoslo:
¿Los astronautas en busca del cometa Halley? Sí,
naturalmente; pero en otra, dimensión, en otro plano de existencia tras la
catástrofe. Si, queridos lectores: al encuentro del histórico cometa iban
científicos y técnicos, en el Challenger, cinco varones y dos personas más del
femenino sexo.
El colosal accidente conmovió al mundo entero,
estremeciendo singularmente a los televidentes norteamericanos. Trucó de
momento los pensamientos y planes de los técnicos de la NASA. Anuncian, sin
embargo, que seguirán con sus labores en pro de la conquista del espacio.
Todos los ciudadanos de USA, en especial los
colaboradores del centro espacial Kennedy, sienten pesadumbre en su corazón por
el más estruendoso fracaso de sus empresas astronáuticas. Las imágenes de la
histórica tragedia llegaron a mí, como a los demás televidentes, a través de la
pequeña pantalla; siendo al mismo tiempo anunciada al mundo por la voz tenue y
triste del poderoso presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. Con la
agravante, además que el mismo Ronald Reagan había elegido entre muchas féminas
aspirantes a la primera civil que viajaría por el espacio, la profesora Chrísta
Meauliffe.
Los técnicos concernientes siguen investigando las
causas del siniestro con sus sofisticados instrumentos. Por primera vez (que
sepamos) en la historia humana se han lanzado alegremente al espacio
interplanetario en busca de un corneta, mientras el funesto mensajero se acerca
a nosotros con sus garras bien afiladas ¿acaso no sabían quienes nacieron antes
que nosotros que los cometas son «aves de mal agüero»?, ¿a quién se le ocurre
ir como a darle la bienvenida? Aquí se cumplió, el conocido adagio: «fueron por
lana y salieron trasquilados». Fueron, sí, al encuentro del Halley ¡pero en
otra dimensión en el cuerpo astral o sutil, no en el vehículo físico! Todo
esto, el 28 de enero. Pero antes, el 19 del mismo mes, otro grave
acontecimiento vistió de luto a nuestra patria. ¿No es verdad acaso, que los
videntes anuncian para este año del Halley, fallecimientos de grandes
personalidades? Pues la primera en la frente, según se dice. El «viejo
profesor», el muy apreciado y popular alcalde de Madrid «nos ha dejado». Un
ministro anunció así la muerte del susodicho Enrique Tierno Galván: «se nos ha
ido un hombre bueno». Sin duda: aunque agnóstico, aunque no practicante, no era
ateo, sino muy respetuoso con todas las creencias y ceremonias religiosas. No
se ha extinguido o aniquilado, sino que se nos ha ido a otra parte. Esperamos
que sea buena; y conozca claramente lo que en este mundo oscuramente presintió.
Pues que Jesús dijo: «en la casa de mi padre hay muchas moradas», todos podemos
aspirar a conseguir alguna, sea de las altas o de las más modestas.
Por fin, como humano y creyente que soy, no quiero
dejar en el tintero, o mejor en el bolígrafo la más deprimente noticia para los
católicos que habitamos en estos siete pequeños adosados. Nuestro gobierno
autonómico ha suprimido, como saben ya todos, la festividad del Corpus Cristi.
Yo espero aún de todo corazón que sea renovada esta impopular medida. Para
expresar mi dolor citar las palabras de don Andrés Carballo Real, en su
artículo «Sanctíssimum Corpus Christi», aparecido hace poco en este diario.
«Desgraciadamente entre los católicos va desapareciendo la fe, y aprovechándose
de ésto el gobierno marxista autónomo canario, de entonces, siguiendo la pauta
que le indica su homónimo, el gobierno central. Va sorbo a sorbo minando los
cimientos religiosos que recibimos de nuestros antepasados: divorcio, aborto,
desaparición de festividades, y ahora nos suprimen la fiesta por antonomasia,
la solemne, la grande». Bien dice que todo esto, porque va desapareciendo la
fe, que si apoyásemos con valentía a nuestros jefes espirituales, lucharían con
denuedo como en otros tiempos contra los abusos de los poderes terrenos. En
definitiva, que hemos entrado en 1986 con estos graves y lúgubres
acontecimientos ¿Se queda alguien con ganas de ir al encuentro del Halley?
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