Agustí Armas Hernández
En tres o
más ocasiones escribí en un rotativo, tinerfeño, sobre la que sería, en aquel
entonces, inminente e ineludible remodelación de la Plaza del Charco. Dichos
escritos son los siguientes: «La Plaza del Charco portuense», 21.3.86 (Cartas
al Editor); «La Plaza del Charco está triste», 10.10.87 (Versos cada día), y
«Las sirenas y la Plaza del Charco» (Sociedad), 14.5.87. Quede constancia que
lo único que me movió a escribir, es el puro civismo y amor a mi terruño, el
Puerto de la Cruz. Por lo tanto, el objeto de los mismos no fue, ni es otro,
que el evitar se cometieran errores en la remodelación y acondicionamiento de
nuestra popular plaza, conocida ya en medio mundo. Y sin más preámbulo,
entremos en el tema.
Afligido por la tardanza en la remodelación en la
que estaba inmersa la plaza y ante la impotencia de no hacer nada para acelerar
su terminación, decido de nuevo —como antaño— dirigirme al muellito pesquero
—pues no existe terapia mejor que el mar y su movimiento para calmar los
nervios—, y sin comprender cómo ni por qué me ocurrió lo mismo que años atrás,
como la visión que tuve, en otro plano de conciencia, con las sirenas que
habitaron la Plaza del Charco y actual muellito pesquero. ¡Sorpresa, allí
estaban de nuevo y se acercan! pero... ¡qué raro, no vienen jugando como la vez
anterior!, y parecen muy serias. Pregunté: ¿Por qué estáis tan tristes?
— ¿Cómo no vamos a estar tristes, si no hicisteis,
ni tú ni ningún otro portuense, nada para evitar la mezcolanza que han hecho en
la Plaza del Charco, o sea, entre lo tradicional y lo moderno?
Lo siento mucho, pero nuestros ediles son muy
duros de pelar y no consultan al pueblo ni a sus artistas, cuando deciden hacer
reformas en la ciudad. Tengan en cuenta que el partido gobernante, (de
entonces), tiene mayoría de escaños en la Casa Consistorial y lo que decide su
grupo es lo que se hace en el municipio. Por otro lado, ustedes me prometieron,
la vez anterior, influir —con vuestros encantos— en la mente de nuestros ediles
para que no cometieran errores ni tardanzas con nuestra Plaza del Charco. Pero,
o no tenéis fuerza o ellos son impermeables. ¿Podéis hacer algo esta vez? Muy
poco, pues el hecho está casi consumado y la plaza no volverá a ser lo que
antes fue, o sea, netamente tradicional y en consonancia con las construcciones
del entorno (casas antiguas con balcones de madera). Por el contrario, en
adelante quedará entre lo antiguo y lo moderno; en una palabra; fuera de lugar.
Posdata: éste y demás escritos mencionados, fueron
publicados a raíz de la última remodelación de la Plaza del Charco. Lo que
hicieron con ella a la vista está: ¡de pena! Parece más un chiringuito que una
plaza tradicional.
Escribo de nuevo porque me he enterado, no sé si
es cierto, de que van a hacer arreglos en la citada Plaza. Sería bueno que
corrigieran los errores de antaño para que volviera a ser la Plaza de todos los
portuenses: de encuentros, para pasear, hablar, oír música, etc.
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