Agustín Armas Hernández
Transcurridas varias décadas de nuestro sistema
democrático actual, puedo ya reflexionar y sacar conclusiones sobre los
diferentes regímenes y formas de gobierno.
Decía el célebre estadista y político Winston
Churchill (1874-1965) que la democracia era el menos malo de los regímenes
políticos. Reconocía pues, que todos eran malos. Y este supuesto, creía que la democracia
era el menos nefasto. Atendiendo a la historia, vemos que el régimen monárquico
ha sido el más constante a través de los siglos; y después el aristocrático,
con jefe vitalicio temporal sí pensamos en el modelo celeste, Dios es el
monarca del Universo, supremo y perpetuo para todas las edades. La Humanidad ha
probado todos los sistemas y nunca ha encontrado el gobierno ideal. Quizás
estos tiempos que corren nos traiga sorpresas agradables.
Hallamos casi ya en pleno ambiente electoral ¿nos
harán otra vez magníficas promesas los partidos concurrentes? ¿Habrá otra vez
de creérselas la masa del pueblo, siempre poco informada? En caso afirmativo,
veremos cumplido nuevamente el adagio de los romanos: «el pueblo quiere ser
engañado» (pópulus vult décipi).
La sagrada jerarquía no está animando a los
cristianos de nuestra patria para que tomemos parte más activa en los terrenos
social y político; pues sabe que las asociaciones religiosas están todas en
decadencia, y que las políticas tienen el protagonismo en la vida nacional.
Confiamos en que no todos estén dormidos, y menos los que vivimos en las
estribaciones del gigantesco Teide. Pues sus radiaciones sutiles bien sé que
ponen nerviosas a ciertas personas, pero no pienso que adormezcan a ninguna.
Si, ahora comprendo. Pues vine a este mundo en
plena guerra civil. Me crie, como tantos otros, en aquellos años del
franquismo, en que no teníamos acceso al campo político; por tanto, con pocos o
nulos conocimientos en esa esfera. Sabíamos muy bien, no obstante, que España
había sido cuna de grandes personajes: políticos. Militares, artistas,
filósofos, descubridores y conquistadores. Pero sobre todo de héroes y santos;
de misioneros y apóstoles de Cristo.
No debemos vanagloriarnos de ello, pues Dios se
valió de nuestra nación para extender la fe cristiana en muchos países, y para
ello le dio los dones y cualidades requeridas. Después, como un árbol que dio
sus frutos, hemos languidecido largo tiempo, mientras otras naciones asumían el
protagonismo mundial. Se ha realizado la transición a la democracia, con
«asombro» del mundo, quizás indebido, pues sabemos que al Domingo de Ramos
sucede rápidamente el Viernes de Pasión. ¿Nuestros numerosos políticos buscan
principalmente el bien de la nación, o el del propio partido? ¿Se resuelven los
problemas o se agravan más? No contesto a esto, pues como he aprendido en
nuestro centro Crisipo: <<en la pregunta está oculta la
respuesta>>, a juicio de los sabios.
En cuanto al glorioso partido que nos ha gobernado
última-mente: lo que hizo, hizo, estando ya a la vista de todos. ¿Qué vendrá el
día siguiente, cuando llegue al astro-rey al solsticio de verano, o sea el 22
de junio próximo? No quiero creer en la profecía de un gran vidente francés,
(¿?) según el cual: «España se dividirá en dos fuerzas políticas, (¿De derechas
e izquierdas?), no lo sé, produciéndose un gran cambio en muy poco
tiempo».
A estas alturas, vistos los errores cometidos
estos años democráticos, comprendemos fácilmente que tampoco fue malo todo
durante los históricos cuarenta años del franquismo. ¿Se ha juzgado con ánimo
sereno? ¿Se han perdonado los fallos del régimen dictatorial para que al
presente podamos también perdonar los fracasos de la democracia?
¿Fue
importante el cambio en los nombres de las calles? ¿Es positiva la aprobación
del divorcio y aborto? ¿Lo es la
pornotelevisiva, la droga, la furiosa afición al bingo y al deporte? Si seguimos
así, me temo que nuestros hijos no esperen a que seamos viejos para meternos en
un asilo. Para terminar: espero con optimismo “muy moderado” las próximas
elecciones; pero, ante todo, y sobre todo que haya paz y tranquilidad en
nuestra patria. ¡Colaboremos según, nuestras posibilidades!
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