Teresa González
Tu tiempo se te escapó de las manos
hermano
cuando la oscuridad apagó
la luz de tus pupilas.
Te llevaste un océano de tu estirpe
que te vio partir enamorado del amor
Tu voz se ha quedado impregnada
en las paredes de mi memoria
que aflora con el ocaso del día
Mi madre te escucha a cada instante
en el nido que derrocha la tibieza
con tu presencia.
Tus pasos aún se detienen
en la puerta del primogénito
que huérfano se quedó de tu palabra
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